Nadie tiene una relación perfecta con sus padres o suegros.
Si tienes suerte, tienes una relación positiva y saludable con tus padres la mayor parte del tiempo. Por desgracia, para algunas personas -las que tienen padres tóxicos- esto no es posible. Por mucho que lo intentes, no puedes tener una relación mutuamente satisfactoria y respetuosa con personas que no son emocionalmente sanas.
¿Qué es un padre tóxico?
El término «padre tóxico» es un poco nebuloso y probablemente todos lo definimos de forma diferente. A menudo, los padres narcisistas o con otros trastornos de la personalidad o enfermedades mentales, abusivos, emocionalmente inmaduros y alcohólicos o adictos son etiquetados como tóxicos.
Los niños pequeños, incluso los que tienen padres tóxicos, asumen que sus padres son típicos. Sin ninguna base de comparación, piensan que otras familias funcionan con las mismas reglas disfuncionales y que los padres de todo el mundo son crueles, indisponibles o controladores. Sin embargo, con el tiempo te das cuenta de que los padres emocionalmente sanos muestran una preocupación genuina por los sentimientos de sus hijos, les animan a seguir sus sueños, se disculpan cuando meten la pata y hablan de los problemas de forma respetuosa. Te das cuenta de que tus padres son diferentes.
Los padres tóxicos causan mucho dolor y problemas psicológicos duraderos a sus hijos. La buena noticia es que es posible superar los efectos de los padres tóxicos. El primer paso es ser consciente de lo que realmente significa tener un padre tóxico y reconocer las formas particulares en las que tus padres son disfuncionales o emocionalmente insanos.
Señales de que tienes un padre tóxico
A continuación se presentan algunas de las señales comunes de un padre tóxico.
Los padres tóxicos son:
- Egoístas y con una capacidad limitada de empatía: Siempre anteponen sus propias necesidades y no tienen en cuenta las necesidades o sentimientos de los demás. No piensan en cómo su comportamiento afecta a los demás y les cuesta entender cómo se sienten los demás.
- Irrespetuosos: No te tratan ni siquiera con un nivel básico de respeto, cortesía y amabilidad.
- Emocionalmente reactivos: Los padres tóxicos suelen tener dificultades para controlar sus emociones. Reaccionan de forma exagerada, son «dramáticos» o imprevisibles.
- Controladores: Quieren decirte qué hacer, cuándo y cómo hacerlo. Los padres tóxicos siempre quieren tener la sartén por el mango. La culpa y el dinero son formas comunes de ejercer el poder y el control.
- Enfadados: Son duros y agresivos. O pueden ser pasivo-agresivos – utilizando el tratamiento de silencio, comentarios sarcásticos dichos en voz baja, o el olvido intencional
- Crítico: Nada de lo que haces es lo suficientemente bueno para un padre tóxico. Encuentran fallos en todo.
- Manipulador: Tergiversan la verdad para quedar bien. Utilizan la culpa, la negación y la trivialización para conseguir lo que quieren.
- Culpando: No asumen la responsabilidad de su propio comportamiento, no asumen su parte en la disfunción familiar y te culpan de todo (o de otro chivo expiatorio).
- Exigentes: Esperan que dejes todo para atender sus necesidades. Una vez más, no se preocupan por usted, su horario o sus necesidades; todo gira en torno a ellos y a lo que usted puede hacer para servirles.
- Vergonzoso: Se comportan tan mal (cualquier cosa, desde hacer chistes racistas, meterse en altercados físicos, hacer insinuaciones sexuales hacia tu cónyuge, etc.) que te da vergüenza que te relacionen con ellos.
- Crueles: Los padres tóxicos hacen y dicen cosas francamente malas. Se burlan de ti, te insultan, señalan tus defectos y sacan a relucir intencionadamente cosas sobre las que eres sensible.
- Sin límites: Se inmiscuyen en tu espacio personal y no aceptan que eres un adulto que está completamente separado de ellos. Quieren saber sobre tu vida personal, se meten en tu espacio personal, abren tu correo, vienen sin invitación, ofrecen consejos no solicitados y socavan tu crianza.
- Enmeshed: Tus padres tienen una dependencia malsana de ti. Comparten demasiada información personal contigo (secretos o detalles de sus problemas matrimoniales o de su vida sexual, por ejemplo) y confían en que seas su principal fuente de apoyo emocional.
- Competitivos: No sólo necesitan tener siempre la razón, sino que actúan como si estuvieran compitiendo contigo. Así que, en lugar de animarte y alegrarse por tus éxitos, intentan superarte, disminuir tus logros o ignorarte.
Y la última señal de que tienes padres tóxicos tiene que ver con cómo te sientes más que con lo que hacen.
- Te sientes mal cuando hablas con ellos, pasas tiempo con ellos o piensas en ellos: Te sientes peor después de un encuentro con tus padres. Te da pavor hablar con ellos. E incluso pensar en tus padres tóxicos puede hacer que tu cuerpo se tense y tu estómago se revuelva. Pueden aflorar recuerdos dolorosos. Su energía negativa contamina todo lo que tocan. Si tienes padres tóxicos, probablemente no te animaron a tener tus propios sentimientos, así que puede que no estés acostumbrado a notarlos. Por lo tanto, asegúrate de prestar atención a tus sentimientos y nota si tus padres desencadenan sentimientos de ira, tristeza, culpa, vergüenza u otras emociones negativas.
La conciencia lleva a la aceptación
Si tienes padres tóxicos, recuerda que no es tu culpa. Por mucho que intenten culparte, tus padres no son «difíciles» por nada que hayas hecho.
Reconocer que tus padres tienen problemas importantes, y que es poco probable que cambien, allana el camino hacia la aceptación. Y cuando aceptamos a las personas tal y como son, nos liberamos de la lucha por intentar cambiarlas. Podemos lamentar la pérdida del tipo de relación padre-hijo que deseábamos.
La aceptación es muy útil para restaurar tu tranquilidad. Pero aun así, es muy estresante tener padres tóxicos y necesitas estrategias que te ayuden a lidiar con la disfunción de tus padres. Permanece atento. En mi próximo post, compartiré algunos consejos para afrontar a los padres tóxicos y romper los patrones codependientes.