Observarás un fenómeno natural súper raro
Antes de embarcarnos justo después de la puesta de sol, nuestros guías nos informaron de que estábamos a punto de encontrarnos con una de las vistas más esquivas de la naturaleza. Las bahías y playas en las que se puede observar realmente la bioluminiscencia son raras; Puerto Rico cuenta con tres de ellas, pero también se encuentran en otros lugares, como Vietnam, las Maldivas e incluso Florida
En Puerto Rico, los recorridos por estas aguas especiales son algunas de las mejores experiencias que se pueden vivir en la isla, y una vez que se deslice por ellas, entenderá por qué.
Es una gran manera de descubrir la biodiversidad de Puerto Rico
Cuando consideres la ciencia que hay detrás del espectáculo de la madre naturaleza que brilla en la oscuridad, tendrás una nueva apreciación al observarlo. Nuestros guías nos explicaron que el brillo es causado por organismos acuáticos microscópicos llamados dinoflagelados. Viven en todo el mundo, pero normalmente no en número suficiente como para causar un brillo perceptible. Sin embargo, cuando se congregan y se concentran en grandes cantidades, es cuando se produce la magia.
También nos encontramos con otra fauna durante el viaje. Aprendimos que el krill se alimenta de los dinoflagelados, y que también atraen a peces más grandes, incluidos los tarpones. Podíamos oír a los grandes peces chapoteando a nuestro alrededor en la oscura espesura de los manglares y en la bahía. También oímos a varios pájaros silvestres, incluidos los cucos de los manglares, llamando en los manglares. La excursión fue una forma estupenda de acercarse a algunos de los residentes no humanos de Puerto Rico.
No creerás lo que ves
Para todo el tanteo en un kayak oscuro, una vez que atravesamos la espesura de los manglares y nos alineamos en la bahía, la recompensa fue de otro mundo. Nuestros guías nos explicaron que debíamos sumergir los brazos en el agua y agitarlos. Poco a poco, los diminutos habitantes de la bahía comenzaron su fantástico espectáculo.
Al principio, vimos minúsculos destellos individuales abriéndose paso por el agua. Casi parecía que la bahía había sido electrocutada por la electricidad estática. Una vez que se agitó de verdad, el agua turbia adquirió una luminosa neblina blanquiazul. Lo más increíble fue meter los brazos y las manos en el agua y ver cómo se iluminaban al sacarlos de la bahía. Fue pura magia.
Nos quedamos un rato en la bahía y luego volvimos a través de los manglares, donde la extrema oscuridad (ya era bastante más tarde del atardecer) intensificó el efecto. Nos maravillamos con el brillo que desprendían nuestros remos mientras regresábamos al lugar de la botadura. No queríamos irnos.