En 1922 comenzó una columna de periódico sindicada-una columna que continuó el resto de su vida. Fue uno de nuestros primeros comentaristas de radio. Era un animador nato que se reía con nosotros. Una vez dijo: «He bromeado sobre todos los hombres prominentes de cualquier época, pero nunca he conocido a un hombre que no me gustara».
Le fascinaban los viajes en avión. Fue el primer viajero frecuente del mundo, yendo de costa a costa en cualquier avión que encontraba, a menudo viajando con los pilotos del correo.
En 1930 ya era mundialmente conocido. Había sido el orador principal en las convenciones nacionales demócrata y republicana. Se le citaba tan a menudo como al presidente. Recaudó miles de dólares para organizaciones benéficas como la Cruz Roja y el Ejército de Salvación.
Se desempeñó como alcalde de Beverly Hills y como «presidente no oficial» de Estados Unidos. Y, cuando surgió la necesidad, se puso del lado de los pobres, los indigentes y los desfavorecidos. En el punto álgido de la Gran Depresión, nos inspiró, recordando a Estados Unidos que estaba de nuestro lado. En 1935 voló a Alaska con su amigo y afamado aviador Wiley Post-it sería su último vuelo.
Su muerte fue lamentada por el mundo entero. Era un icono cultural y político. Era el hijo nativo de Oklahoma. Un filósofo con los pies en la tierra, que mascaba chicle y que era querido y respetado por casi todo el mundo. Era Will Rogers.