La aracnoiditis es un trastorno inflamatorio que afecta a la duramadre (exterior) y a la aracnoides (interior) del cerebro, las dos de las tres membranas (meninges) que cubren y protegen el cerebro, la médula espinal y las raíces nerviosas. El espacio subaracnoideo contiene el líquido cefalorraquídeo que circula desde el cerebro y la médula espinal.
La inflamación de la materia aracnoidea, cuando es persistente puede causar cicatrices y fibrosis, lo que conduce a una adhesión anormal de las raíces nerviosas al saco dural o entre sí. Esto da lugar a una serie de síntomas, como déficits neurológicos y dolor neuropático crónico grave. Históricamente, la tuberculosis y la sífilis eran causas comunes de mielitis y aracnoiditis. Pero debido a la eficacia del tratamiento disponible, la aracnoiditis es ahora una complicación poco frecuente de dichas infecciones. Ahora se asocia a menudo con la meningitis fúngica resultante de intentos de inyecciones epidurales de esteroides contaminados.
La gravedad de los síntomas suele depender de la extensión y la localización de la inflamación. Si hay una lesión directa en la médula espinal o en las raíces nerviosas, se produce un dolor intenso e inmediato en la zona de inervación correspondiente. El dolor crónico intenso suele localizarse en la parte baja de la espalda, el perineo, las piernas y los pies; puede aparecer semanas después del acontecimiento que lo provocó (como un procedimiento invasivo). La mayoría de las veces se traduce en un dolor intenso, acompañado de hormigueo o ardor en las piernas y los pies, junto con parestesias. También puede haber calambres musculares, anomalías de la marcha y alteraciones de la propiocepción. En algunos casos, puede haber fuertes dolores de cabeza, alteraciones de la visión, problemas de audición, mareos y náuseas. Algunos pacientes informan de disfunción intestinal, vesical y sexual.
Además de introducir patógenos en el espacio subaracnoideo, otras formas en las que un procedimiento espinal invasivo puede causar aracnoiditis incluyen el daño a la médula espinal que da lugar a mielomalacia o elongación de las raíces nerviosas al adherirse a la pared del saco dural. El desarrollo de quistes aracnoideos y la siringomielia también están implicados en su fisiopatología.
El diagnóstico de aracnoiditis se basa en los antecedentes de un procedimiento invasivo o de una enfermedad grave dentro de la columna vertebral, cuyos signos pueden observarse en la exploración física. El diagnóstico se confirma con una RMN con contraste, que también es excelente para determinar el alcance de la afección. Si la RMN está contraindicada (presencia de implantes metálicos), el diagnóstico de aracnoiditis deberá realizarse mediante una tomografía computarizada (TC) con contraste. Pero una inyección intratecal del contraste para un mielograma es problemática es una columna vertebral agudamente inflamada.
El tratamiento es principalmente sintomático ya que no existe una cura definitiva para la aracnoiditis. Los analgésicos están indicados pero deben administrarse con precaución teniendo en cuenta la cronicidad de la enfermedad y los peligros de la prescripción a largo plazo (adicción, por ejemplo). Se recomienda una fisioterapia suave para que las personas afectadas recuperen y conserven la función, incluyendo masajes, ejercicios suaves, hidroterapia y compresas calientes o frías. La psicoterapia puede ser útil si hay preocupación por la depresión. La cirugía no está indicada dada la presencia de tejido cicatricial y formación de fibrosis en la columna vertebral.