Cogimos el tren nocturno de Tiflis a Ereván. Al llegar a Armenia 11 horas después, nos sentíamos desorientados, aturdidos y hambrientos.
Cuando Shawn y yo nos encontramos por casualidad con unas señoras que estaban horneando panes planos de lavash en un restaurante cercano a nuestro apartamento, nos animamos inmediatamente. Al percibir nuestra curiosidad por el proceso de cocción, una empleada nos indicó que esperáramos en el mostrador.
También nos entregó un plato lleno de un racimo de uvas. Fue un acto de amabilidad muy apropiado, ya que en Armenia se elabora vino desde hace miles de años.
Unos minutos más tarde, la mujer le dio a Shawn una hoja de lavash. Todavía estaba caliente cuando lo devoró. Instintivamente, ella debía saber que él pierde todo el autocontrol cuando el pan fresco aparece en escena.
Ver cómo se prepara el lavash es un placer. Sin embargo, es un trabajo duro para la panadera.
Primero, la panadera baja la parte inferior de su cuerpo a un agujero en el suelo y toma asiento.
A continuación, coge una bola de masa y la enrolla en una hoja fina.
Desde ahí, estira la lámina de masa elástica sobre un aparato de cocción que parece una almohada o un cojín firme.
A continuación, el panadero utiliza este cojín para meter la masa en un horno subterráneo llamado tonir.
En unos 45 segundos, el lavash está ligeramente crujiente y listo para sacarlo del tonir.
Con un gancho de alambre, el panadero extrae el lavash del horno subterráneo y lo coloca en una pila. Con el tiempo, la masa de lavash crece en altura, recordando las páginas de un libro hecho a mano.
Desgraciadamente, no puedo comer lavash ya que está hecho con harina de trigo que contiene gluten. Shawn, sin embargo, hace las veces de mi paladar durante nuestros viajes. Después de una semana en Armenia, llegó a la conclusión de que el lavash era especialmente delicioso cuando estaba relleno de queso blanco, así como de hierbas como el cilantro, el perejil y el eneldo.
Al igual que los armenios que conocimos, a Shawn también le gustaba utilizar una lámina de lavash para envolver casi cualquier componente de una comida, ya sean verduras o pollo.
La brillantez del lavash, explicó Shawn, es que es tan fino que no te llena. Esto, aparentemente, te permite disfrutar del resto de los platos de la mesa sin sentir que te has convertido en el Hombre Michelín.
En 2014, la UNESCO incluyó el lavash (en armenio, lavash se escribe Լավաշ) en su lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Cabe destacar que este tipo de pan es popular en muchos países de la región, incluidos los vecinos Azerbaiyán, Turquía e Irán.
Increíblemente, los arqueólogos han llegado a descubrir tonires armenios con más de 2.500 años de antigüedad.
Tengo curiosidad: ¿haces tu propio pan en casa? O te has enamorado de algún tipo de pan durante tus viajes? Por favor, comparte tu opinión en los comentarios de abajo.