Este trabajo examina la distribución global de las composiciones de las rocas ígneas del Arcaico y de las modernas, sin basarse en ideas preconcebidas sobre el vínculo entre las composiciones de las rocas y los lugares tectónicos (en contraste con los diagramas «geotectónicos»). Más bien, los patrones geoquímicos arcaicos y modernos se interpretan y comparan en términos de condiciones de origen y fusión.
Las rocas máficas de la Tierra moderna muestran una clara separación química entre las rocas de arco y las que no lo son. Esto apunta a la diferencia de primer orden entre la fusión del manto húmedo (arco) y seco (dorsales oceánicas medias y puntos calientes). Los fundidos secos se separan aún más en fuentes agotadas (MORB) y enriquecidas (OIB). Este triple patrón es una clara imagen del sistema de cresta/subducción/pluma que domina la tectónica moderna. Por el contrario, las rocas máficas y ultramáficas del Arcaico se agrupan en una posición intermedia, entre los tres principales tipos modernos. Esto sugiere que el manto del Arcaico tenía menos cantidades de porciones claramente agotadas o enriquecidas; que las verdaderas subducciones eran raras; y que la distinción entre mesetas y dorsales oceánicas puede haber sido menos significativa.
Las rocas graníticas modernas pertenecen dominantemente a dos grupos: granitoides relacionados con el arco, petrologicamente conectados con los basaltos del arco; y granitoides de colisión, relacionados con fuentes félsicas. Por el contrario, el registro del Arcaico está dominado por el conjunto TTG que deriva de una fuente máfica rica en álcalis (es decir, basalto alterado). La diversidad geoquímica del conjunto TTG apunta a un gran rango de profundidades de fusión, desde aproximadamente 5 a > 20 kbar. Esto revela la ausencia de grandes acumulaciones sedimentarias, de nuevo la escasez de situaciones de arco de tipo moderno, y la importancia desempeñada por la reelaboración de un caparazón basáltico anterior, en una serie de entornos (incluyendo algunos mecanismos de proto-subducción). No obstante, los granitoides de cada región individual muestran una transición progresiva hacia asociaciones de aspecto más moderno de granitos tipo arco y peraluminosos.
En conjunto, las pruebas geoquímicas sugieren una Tierra Arcaica con sistemas tectónicos algo diferentes. En particular, la conocida distinción entre colisión, arcos, dorsales y puntos calientes parece difuminarse en el Arcaico. Más bien, el patrón geoquímico a gran escala revela una corteza basáltica de larga duración, alterada y que resurge periódicamente. Esta protocostra es reelaborada, a través de una serie de procesos que ocurren a diversas profundidades y que corresponden a una progresiva estabilización de los sistemas de enterramiento y al establecimiento de verdaderas subducciones. Es poco probable que se haya producido un inicio puntuado de la tectónica de placas global, sino que los episodios de corta duración de la proto-subducción en el Arcaico tardío evolucionaron con el tiempo hacia un estilo de tectónica de placas más estable y de más larga duración a medida que la temperatura del manto disminuía.