El azúcar de caña natural se obtiene de la caña de azúcar, mientras que el azúcar blanco granulado convencional puede obtenerse de la caña o de la remolacha. Dado que ambas plantas producen moléculas de sacarosa idénticas, esta distinción no es significativa. Además, la etiqueta «natural» es un poco exagerada: El azúcar de caña natural sólo está ligeramente menos procesado que el azúcar blanco normal. Dicho esto, conserva un poco de color rubio, y algunos catadores consideraron que tenía un sabor ligeramente más profundo en comparación con el azúcar granulado normal cuando probaron ambos al natural.
Con estas ligeras diferencias en los azúcares, no nos sorprendió que las galletas de azúcar hechas con el azúcar natural tuvieran un color ligeramente más intenso pero, por lo demás, no eran diferentes del lote hecho con azúcar blanco convencional.
Tuvimos más problemas con el jarabe simple. El azúcar de caña natural produjo un líquido con un tinte de caramelo en lugar del tradicional jarabe incoloro. Mientras que un jarabe marrón estaría bien en el té helado, podría decolorar la limonada o un cóctel pálido (como un ponche de leche con té negro). También encontramos que el azúcar natural es problemático en la salsa de caramelo. El jarabe en la sartén era marrón desde el principio, lo que hacía difícil detectar los cambios de color. Además, las impurezas del azúcar de caña natural provocaron la formación de espuma (en distintos grados según la marca), lo que en un caso hizo imposible obtener una lectura precisa de la temperatura.
La conclusión: El azúcar de caña natural funciona en algunas -pero no en todas- las aplicaciones, especialmente en aquellas en las que su color más oscuro es un problema.