LA práctica del encogimiento de cabezas se originó en la región noroeste de la selva amazónica.
¿Pero qué es exactamente y cuáles son algunos datos inquietantes sobre ella? Aquí te contamos todo…

¿Cómo se hacen las cabezas encogidas?
El proceso de creación de una cabeza encogida comienza con la retirada del cráneo del cuello.
A continuación, se realiza una incisión en la parte posterior de la oreja y se retira toda la piel y la carne del cráneo.
Se colocan semillas rojas bajo las fosas nasales y se cosen los labios para cerrarlos.
La boca se sujeta con tres alfileres.
Se elimina la grasa de la carne de la cabeza y se coloca una bola de madera bajo la carne para que mantenga la forma.
Luego se hierve la carne en agua que ha sido saturada con una serie de hierbas.
Luego se seca la cabeza con piedras calientes y arena y se frota la piel con ceniza de carbón vegetal.
Una vez completados estos pasos, algunos añaden abalorios para decorar las cabezas.

Cinco datos inquietantes sobre la práctica de encoger la cabeza
Originalmente, encoger la cabeza tenía un significado religioso para las tribus de la región noroeste de la selva amazónica.
Se creía que encoger la cabeza de un enemigo servía para atajar el espíritu de ese enemigo.
Se decía que encoger cabezas impedía que el alma vengara su muerte.

Las tribus creían en la existencia de tres espíritus principales:
- Wakani: innato a los humanos sobreviviendo así a su muerte.
- Arutam: literalmente «visión» o «poder», protege a los humanos de una muerte violenta.
- Muisak: espíritu vengativo, que aflora cuando una persona portadora de un espíritu arutam es asesinada.
Para impedir que un Muisak utilice sus poderes, cercenaban las cabezas de sus enemigos y las encogían, lo que también era su forma de advertir a sus enemigos.
¿De dónde surgió la práctica de encoger la cabeza?
La práctica se originó en la región noroeste de la selva amazónica.

Las únicas tribus conocidas que han encogido cabezas humanas son de las tribus jívaro.
Estas incluyen a las tribus Shuar, Achuar, Huambisa y Aguaruna, que se encuentran en Ecuador y Perú.
Muchos líderes de tribus mostraban sus cabezas para asustar a los enemigos.