Hace casi 40 años, los científicos descubrieron que las actividades humanas estaban agotando la capa de ozono y que se había formado un agujero sobre la Antártida. Estos aleccionadores descubrimientos hicieron que el mundo se uniera para afrontar un reto medioambiental de los de toda la vida.

Décadas después, el agujero de la capa de ozono ha recorrido un largo camino desde su nefasta perspectiva en la década de 1980. Pero aún no es motivo de celebración. Todavía hay esfuerzos en curso entre los responsables políticos y los científicos para garantizar la protección del ozono en la atmósfera. A la luz de la recuperación del agujero, aquí hay una guía sobre cómo se formó el agujero, el esfuerzo coordinado para arreglarlo y si es probable que alguna vez empeore.

¿Qué es el ozono?

El ozono, o trioxígeno, es un gas altamente reactivo que está compuesto por tres átomos de oxígeno. Se puede encontrar algo de ozono cerca de la superficie de la Tierra, pero la mayor parte se concentra en la estratosfera terrestre. A nivel del suelo, el ozono es una molécula venenosa para los seres humanos y puede dañar los pulmones cuando se inhala. Sin embargo, es un elemento esencial y protector a 31 millas por encima del suelo.

En el nivel estratosférico, se conecta con otras moléculas de ozono en una cubierta conocida como capa de ozono. Estas moléculas de ozono absorben la radiación ultravioleta, actuando como un protector solar para la vida en la Tierra. En los años sesenta y setenta, los investigadores empezaron a descubrir que ciertas sustancias -en particular los productos químicos industriales fabricados por el hombre- alteran las moléculas de ozono. Estas sustancias rompen las moléculas de ozono eliminando uno de los átomos de oxígeno. Con el tiempo, estas reacciones pueden hacer que la capa de ozono sea menos estable.

En 1985, esta amenaza se dio a conocer al público. El científico Joseph C. Farman y sus colegas descubrieron que el ozono atmosférico sobre la Antártida se había reducido en un 40%. Ciertas sustancias de origen humano habían llegado a la estratosfera y perturbado la capa de ozono hasta el punto de agotarla, creando una sección extremadamente delgada conocida comúnmente como el agujero de ozono. El agujero se formó en el Polo Sur debido a las condiciones meteorológicas y químicas únicas de la región.

¿Qué causó el agujero de ozono?

Los científicos señalaron las emisiones de ciertos gases que contienen sustancias que agotan la capa de ozono como la principal fuente del problema. Los CFC, siglas de clorofluorocarbonos, son uno de los gases más perjudiciales para la capa de ozono. Los CFC contienen cloro, un compuesto que es excelente para matar las bacterias en las piscinas, y que en su forma gaseosa es perjudicial para la capa de ozono.

Los CFC se utilizaron ampliamente en décadas anteriores, alcanzando su punto máximo a finales de los años ochenta. Muchos frigoríficos, aparatos de aire acondicionado y equipos de soplado de espuma solían emitir niveles peligrosos de gas cloro a la atmósfera. Una vez que el cloro llega a la capa de ozono, la radiación ultravioleta del sol lo convierte en una sustancia reactiva que destruye las moléculas de ozono. Otros compuestos, como el bromo, también han desempeñado un papel en el agotamiento de la capa de ozono.

Aunque los niveles de estas sustancias en la atmósfera se redujeron drásticamente a lo largo de los años, el agujero de ozono sólo se recuperará por completo en las próximas décadas.

¿Por qué el agujero de ozono fue un problema?

El adelgazamiento de la capa de ozono es un riesgo para la salud humana. Esto se debe a que un mayor número de rayos ultravioleta del sol puede atravesar la capa y llegar a la superficie de la Tierra. El exceso de radiación UVB es especialmente preocupante, ya que puede causar cáncer de piel y cataratas. La radiación UVB también puede dañar la vida marina y las plantas, y reducir la productividad de los cultivos de arroz, trigo y soja.

Los efectos de los CFC podrían ir más allá de la capa de ozono. Los CFC son potentes gases de efecto invernadero y podrían tener un impacto más amplio en los resultados del cambio climático. Los CFC se encuentran en concentraciones relativas en la atmósfera si se comparan con el dióxido de carbono, por lo que se consideran un actor menor en el calentamiento global.

Aunque los CFC no parecen causar el calentamiento global, el panorama es diferente en el caso del calentamiento regional. Investigaciones recientes han demostrado que estos mismos gases han acelerado el calentamiento del Ártico, contribuyendo a la subida del nivel del mar y al calentamiento de la superficie del Polo Norte.

¿Qué ayudó a corregir el adelgazamiento de la capa de ozono?

Arreglar el agujero de la capa de ozono es una cuestión de asegurar que no lleguen a la estratosfera gases que agoten la capa de ozono. En 1987, las Naciones Unidas establecieron el Protocolo de Montreal para regular las cantidades de estos gases en la atmósfera. El Protocolo de Montreal fue firmado por 197 países, y es el único tratado de la ONU en la historia que ha logrado la ratificación universal.

Con el tiempo, el protocolo se ha ido actualizando para incluir más sustancias que podrían causar daños a la capa de ozono y al clima. Por ejemplo, en 2016 se añadieron los hidrofluorocarbonos a la lista de sustancias controladas, porque estos gases han sido identificados como potentes gases de efecto invernadero. El tratado está considerado como uno de los protocolos más exitosos para hacer frente a un reto medioambiental causado por el ser humano.

¿Se ha solucionado el agujero de ozono?

Sí y no. Como resultado del Protocolo de Montreal, las concentraciones de gases que agotan la capa de ozono en la atmósfera han disminuido considerablemente. Pero, según Laura Revell, profesora de física ambiental de la Universidad de Canterbury, el problema aún no está resuelto. «Mientras el agujero de ozono siga formándose cada invierno y primavera, no creo que podamos decir que el problema está solucionado. Tenemos que seguir vigilando la capa de ozono para comprobar que se está recuperando de los efectos de los CFC», afirma.

Aunque los gases han sido prohibidos, no han desaparecido definitivamente. Stephen Montzka, químico investigador de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, dice que han detectado posibles CFC ilegales en la atmósfera. En 2018, Montzka fue coautor de un informe en Nature que mostraba la presencia de niveles inesperados de CFC-11, un tipo de clorofluorocarbonos. Esta concentración de CFC-11 era quizá el resultado de una producción industrial no autorizada, que iba en contra del Protocolo de Montreal.

Una investigación posterior de Montzka demostró que la recuperación del agujero de ozono podría retrasarse debido a estas emisiones. A pesar de ello, Montzka no cree que la capa de ozono se enfrente a un riesgo significativo por culpa de los CFC. «El aumento de los niveles de CFC-11 que hemos observado en la atmósfera representa una cantidad que no causará por sí misma un daño adicional sustancial a la capa de ozono si esos niveles disminuyen y vuelven a serlo rápidamente», afirma.

Si los países siguen cumpliendo el Protocolo de Montreal, los modelos climáticos muestran que los niveles de ozono deberían volver a las medidas estándar a finales del siglo XXI. «Tenemos que estar atentos a la adhesión al Protocolo de Montreal, incluso un país que incumpla las normas podría retrasar la recuperación del ozono de forma sustancial», afirma Revell.

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