David Alfaro Siquieros, junto con Diego Rivera y José Clemente Orozco, encabezó el renacimiento del muralismo mexicano que estableció un nuevo y poderoso léxico visual para el México post-revolucionario e inspiró a artistas con conciencia política en todo el mundo. De estos tres artistas -apodados los tres grandes-, cuyas monumentales obras públicas exaltaban al guerrero indígena y al agricultor común, Siquieros está considerado como el más innovador técnicamente y radical ideológicamente, ya que empleó materiales inusuales como la laca para automóviles, el amianto y el piroxeno para manifestar una amplia visión de una sociedad futurista dirigida por un proletariado electrificado.
José de Jesús Alfaro Siqueiros nació el 29 de diciembre de 1896 en Camargo, Chihuahua, México. Desde muy joven conoció la teoría anarcosindicalista y a los quince años participó en una huelga en la Academia Nacional de Bellas Artes en protesta por la enseñanza tradicional y eurocéntrica de la escuela. A los dieciocho años, se unió, junto con otros ex académicos, al ejército de Carranza que luchaba contra el gobierno de Huerta y, tras el derrocamiento de éste en 1914, se unió a otras facciones revolucionarias lideradas por Zapata y Pancho Villa. En 1919, Siqueiros viajó a Europa y absorbió la influencia de los cubistas y de los maestros del fresco del Quattrocento. A principios de la década de 1920, se unió a Orozco y Rivera en la creación de murales encargados por la administración laborista de Obregón para destacados edificios públicos de Ciudad de México. Trabajando con un equipo colectivo de colaboradores, pintó dos grandes murales en Los Ángeles, uno de los cuales fue encalado en 1938 y restaurado por el Getty en 2012. Pasó gran parte de 1937 y 1938 luchando contra Franco en la Guerra Civil española antes de regresar a Ciudad de México para continuar con su trabajo mural. Su última gran obra, La Marcha de la Humanidad, en el World Trade Center de Ciudad de México, se terminó en 1971 y sigue siendo el mayor mural del mundo. Siqueiros murió el 6 de enero de 1974 en Cuernavaca, Morelos, México.
La obra de Siqueiros puede verse en el Museo de Arte Carrillo Gil de Ciudad de México, en el Hirshhorn Museum and Sculpture Garden de Washington D.C. y en el Philadelphia Museum of Art.