Muchos enfermos de acné creen que el sol tiene un efecto positivo en la calidad de su piel. Pero, ¿cuánto hay de cierto en esto?
Examinamos si el sol puede o no mejorar el estado de la piel propensa al acné, y cómo podemos también protegerla eficazmente de los daños de los rayos UV.
¿Qué aporta la exposición al sol al acné?
A primera vista, parece que el mito podría ser cierto. Las investigaciones(1) han establecido correlaciones entre el acné y la falta de vitamina D (que obtenemos de la luz solar), y la mejora general de la calidad de la piel tras la exposición al sol(2). Pero si miramos un poco más de cerca, la respuesta no es tan simple.
Después de la exposición al sol, la piel a veces puede tener un mejor aspecto porque provoca la producción de melanina (el mecanismo natural de defensa contra los rayos UV del cuerpo) que da a la piel un bronceado. Este bronceado no sólo reduce la aparición de manchas (menos visibles en las pieles más oscuras) sino que también hace que nuestro cutis tenga un aspecto más saludable. Sin embargo, el acné sigue presente.
Las personas que sufren de acné, tienen un alto riesgo de sufrir daños permanentes, especialmente cicatrices, si sobreexponen su piel al sol
La Dra. Nina Roos, Dermatóloga
Además, aunque el sol pueda secar la piel y reducir la producción de sebo, el efecto es sólo temporal. Los estudios sugieren(3) que la luz solar puede causar sequedad y deshidratación, lo que a su vez incita a la piel a producir más sebo y conduce a más brotes después de la exposición a la luz solar.
Según la dermatóloga Dra. Nina Roos, este mito existe porque en los primeros días después de estar al sol, sí seca el acné y los granos. Sin embargo, los efectos son a corto plazo. «Tras la exposición al sol, la epidermis (la capa superior de la piel) se engrosa y la producción de sebo se ralentiza. Pero luego la piel produce más sebo en condiciones de sequedad, lo que provoca brotes», explica.
¿Cómo se puede tratar y prevenir el acné por exposición al sol?
No sólo el acné puede agravarse por la exposición al sol, sino que la propia piel puede resultar dañada por los rayos UV. «Las personas que sufren acné, especialmente las que tienen una piel sensible (ya que es más susceptible a los estimulantes), corren un alto riesgo de sufrir daños permanentes, especialmente cicatrices, si exponen su piel al sol de forma excesiva y sin la protección solar adecuada», explica la Dra. Roos. Añade que las manchas rojas se vuelven oscuras/marrones incluso en las pieles claras, pero especialmente en las oscuras. «Para las pieles con tendencia al acné, se recomienda un FPS 50 para evitar las manchas oscuras», aconseja. Es mejor extremar las precauciones porque la pigmentación postinflamatoria (manchas oscuras expuestas al sol) es muy difícil de tratar.
Si te has quemado la piel, sigue aplicando el protector solar mientras la piel aún está roja y dañada. «Después de que el enrojecimiento se haya desvanecido, tienes dos opciones: 1. Utilizar su crema de tratamiento del acné o 2. Usar AHA (Alfa hidroxiácido) o retinol para prevenir las manchas oscuras y el engrosamiento de la epidermis (que se produce cuando hay quemaduras solares)», sugiere. También hay que tener en cuenta que la vitamina C es un ingrediente clave a la hora de tratar las manchas oscuras.
Y por último, no hay que olvidar que incluso en los días nublados la piel sigue expuesta a la radiación UV, de ahí la importancia de aplicarse protección solar durante todo el año, no sólo en las vacaciones o en los días soleados. Para los que sufren de acné, no hay que elegir entre el bronceado y el acné: hay productos de protección solar específicos formulados para las pieles con tendencia al acné que utilizan ingredientes no comedogénicos, lo que significa que no obstruyen los poros. ¿Piel limpia y protegida? Sí, por favor.
La RédactionMartes 10 de abril