En la antigua Roma, el púrpura era el color de la realeza, un designador de estatus. Y aunque el púrpura es llamativo y bonito, lo más importante en aquella época era que el púrpura era caro. El púrpura era caro, porque el tinte púrpura procedía de los caracoles.
El vídeo de arriba, de CreatureCast, relata la historia de la cacareada púrpura tiria de Roma, y el estrecho vínculo del color con el caracol marino Bolinus brandaris. The New York Times:
Para hacer la púrpura de Tiro, se recogían miles de caracoles marinos. Luego se hervían durante días en gigantescas cubas de plomo, produciendo un terrible olor. Los caracoles, sin embargo, no son púrpura para empezar. Los artesanos recogían precursores químicos de los caracoles que, mediante el calor y la luz, se transformaban en el valioso tinte.
Pero esta narración deja fuera una de las mejores partes de la historia.
El vídeo explica que el púrpura alimentado por caracoles persistió hasta que los químicos aprendieron a hacer tintes sintéticos. Pero el desarrollo de un púrpura artificial no fue una decisión deliberada, sino un feliz accidente para un joven químico llamado William Henry Perkin.
En la década de 1850, el Imperio Británico se adentraba en África. Sin embargo, los intentos de colonización del Imperio estaban siendo rechazados por la malaria. Los científicos acababan de darse cuenta de que la quinina, una sustancia química derivada de la corteza de la quina, podía utilizarse para tratar la malaria. Pero los árboles de quina proceden en su mayoría de América del Sur, y los científicos querían una forma mejor de conseguir el fármaco.
Entre William Perkin, un joven químico que había entrado en el Royal College of Chemistry a los 15 años. En 1856, Perkin, que ya tenía 18 años, intentaba sintetizar la quinina en el laboratorio. Después de repetidos fracasos, «Perkin produjo poco más que un lío negro y pegajoso», dice el Independent. Sin embargo, al intentar disolver su mugre en alcohol, descubrió un líquido de color púrpura intenso.
La púrpura de Perkin, también conocida como púrpura de anilina o malva, fue el primer tinte sintético. La síntesis transformó el estatus de élite del púrpura, y probablemente salvó la vida de un gran número de caracoles.
Más información de Smithsonian.com:
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