Desde la gripe y los huesos rotos hasta la artritis y las afecciones cardíacas, los adultos mayores lo experimentan todo. ¿Por qué? Porque a medida que envejecemos, nuestros cuerpos -órganos y sistemas inmunitarios- sufren cambios, lo que a veces nos hace más susceptibles a las enfermedades.
Las afecciones que desarrollamos suelen clasificarse como crónicas o agudas. Entonces, ¿cuál es la diferencia?
- Las enfermedades agudas generalmente se desarrollan de forma repentina y duran poco tiempo, a menudo sólo unos días o semanas.
- Las afecciones crónicas se desarrollan lentamente y pueden empeorar durante un período prolongado de tiempo-meses a años.
- Las afecciones agudas suelen estar causadas por un virus o una infección, pero también pueden ser causadas por una lesión resultante de una caída o un accidente de coche, o por el uso indebido de drogas o medicamentos.
- Las afecciones crónicas suelen estar causadas por comportamientos poco saludables que aumentan el riesgo de enfermedad -nutrición deficiente, actividad física inadecuada, consumo excesivo de alcohol o tabaco. Los factores sociales, emocionales, ambientales y genéticos también influyen. A medida que las personas envejecen, son más propensas a desarrollar una o más enfermedades crónicas.
- Las enfermedades agudas se manifiestan rápidamente y van acompañadas de síntomas distintivos que requieren atención urgente o a corto plazo, y mejoran una vez que se tratan. Por ejemplo, una fractura de hueso que puede ser resultado de una caída debe ser tratada por un médico y se curará con el tiempo. A veces, una enfermedad aguda, como un resfriado común, desaparece por sí sola. La mayoría de las personas con enfermedades agudas se recuperan pronto.
- Las enfermedades crónicas son más lentas de desarrollar, pueden progresar con el tiempo y pueden tener cualquier número de señales de advertencia o no tener ninguna señal. Las afecciones crónicas más comunes son la artritis, la enfermedad de Alzheimer, la diabetes, las enfermedades cardíacas, la presión arterial alta y la enfermedad renal crónica. A diferencia de las afecciones agudas, las crónicas no pueden curarse, sólo controlarse. El control (o la gestión) de los síntomas de una afección crónica suele hacerse mediante la creación de un plan de atención sanitaria en colaboración con el médico: el plan puede incluir la toma de medicamentos, una alimentación saludable, fisioterapia o terapia ocupacional, ejercicio o tratamientos complementarios, como la acupuntura o la meditación. Con frecuencia, las afecciones crónicas pueden prevenirse practicando conductas de estilo de vida saludable, como mantenerse físicamente activo; mantener un peso y un estado nutricional saludables; limitar la exposición al sol; y abstenerse de consumir drogas, fumar y consumir alcohol en exceso.
- Ataque de asma
- Hueso roto
- Bronquitis
- Quemadura
- Resfriado común
- Gripe
- Ataque de corazón
- Neumonía
- Infección respiratoria
- Garganta estreptocócica
- Enfermedad de Alzheimer
- Artritis
- Enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC)
- Depresión
- Diabetes
- Corazón
- Enfermedades del corazón
- Presión arterial alta
- Colesterol alto
- Obesidad
- Osteoporosis
- Infarto
Pero, por supuesto, las diferencias van más allá.
Causas
Síntomas y tratamiento
Ejemplos de afecciones agudas y crónicas
Condiciones agudas
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Condiciones crónicas crónicas
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Por qué la autogestión importa
Si usted es uno del 80% de los adultos mayores que tiene una condición crónica, hable con su médico sobre las posibles opciones de tratamiento que pueden ayudarle a controlar sus síntomas. El control de su condición puede evitar que sus síntomas empeoren.
Para aprender a controlar su condición para obtener una mejor calidad de vida y reducir los costos de atención médica, considere asistir a uno de los muchos talleres de Educación para el Autocontrol de Enfermedades Crónicas (CDSME) desarrollados por la Universidad de Stanford.
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