El esquí tiene una historia muy antigua. El nacimiento del esquí alpino moderno se suele fechar en la década de 1850, cuando la leyenda noruega Sondre Norheim popularizó los esquís con lados curvos, las fijaciones con bandas rígidas en el talón hechas de sauce, así como los giros de Telemark y Christiania (eslalon).
Orígenes antiguos
El esquí se puede remontar a la prehistoria gracias al descubrimiento de tablas de madera de distintos tamaños y formas conservadas en turberas de Rusia, Finlandia, Suecia y Noruega. Los fragmentos de esquí descubiertos en Rusia han sido datados con carbono en torno al 8000-7000 a.C. Es prácticamente seguro que una forma de esquí ha sido parte de la vida en los países más fríos durante miles de años.
Primeras competiciones
El esquí pasó de ser un método de transporte a una actividad deportiva a finales del siglo XIX. Se dice que las primeras competiciones de esquí no militares se celebraron en la década de 1840 en el norte y centro de Noruega. La primera competición nacional de esquí en Noruega, celebrada en la capital Christiania (actual Oslo) y ganada por Sondre Norheim, en 1868, se considera el inicio de una nueva era de entusiasmo por el esquí. Unas décadas más tarde, el deporte se extendió al resto de Europa y a Estados Unidos, donde los mineros celebraban competiciones de esquí para entretenerse durante el invierno. La primera competición de eslalon fue organizada por Sir Arnold Lunn en 1922 en Mürren, Suiza.
Crecimiento olímpico
El esquí alpino masculino y femenino debutó en el programa olímpico en 1936 en Garmisch-Partenkirchen. El único evento de ese año fue una competición combinada de descenso y eslalon. En 1948, se celebró junto con carreras separadas de descenso y eslalon. Cuatro años más tarde se añadió el eslalon gigante y en 1988 el supereslalon gigante se convirtió en una cuarta prueba separada.