Visité Atenas, Grecia, en el verano de 2016. Naturalmente, la visita a la Acrópolis era obligatoria, y era tan hermosa y épica como se puede imaginar. Una de las vistas más llamativas fueron las seis Cariátides del Erecteión, que eran aún más hipnotizantes y gráciles de lo que había previsto. Al ser las únicas figuras visibles que quedan en la Acrópolis, su presencia era aún más notoria.
Cariátide es un término utilizado para describir una escultura de una figura femenina que sirve como columna y soporte arquitectónico funcional. El uso de la forma humana como parte decorativa o funcional de la arquitectura se ha visto en muchas culturas antiguas. Esta técnica es visible en todo el mundo aún hoy, pero las de la Acrópolis siguen siendo las más famosas y copiadas.
Construidas entre el 421 y el 405 a.C., las seis cariátides adornan el pórtico sur (también llamado pórtico de las doncellas) del Erecteión, y sirven de soporte estructural y arquitectónico en lugar de las típicas columnas. Se trata de un edificio inusual y con una forma única, ya que anteriormente era el emplazamiento de otro templo destruido en la batalla con los persas. Se hizo para albergar una estatua de madera de olivo de Atenea Polias. Erecteo era el nombre de un antiguo rey, que juzgaba los regalos de Atenea y Poseidón en ese lugar. Único por su forma, estructura y ubicación, la arquitectura jónica del Erecteión ofrece un hermoso contraste con la estructura dórica del Partenón, situado justo al lado. Como todas las esculturas griegas, debían estar brillantemente decoradas y pintadas.
Las cariátides miden 2,27 metros y están hechas del mejor mármol griego, el pentélico. Al igual que las primeras figuras Korai de la Grecia arcaica, estas mujeres se mantienen altas y rectas. A diferencia de las korai, éstas son de estilo altoclásico, con una elegante postura de contrapposto y un detallado drapeado vertical que imita las estrías verticales de las columnas jónicas. Una pierna doblada y otra recta proporcionan un contraste visual, y también una sensación de estabilidad y fuerza. Personifican las nociones idealizadas de armonía, equilibrio y nobleza.
Cada mujer lleva el peplos y el himatión y tenía una pierna doblada, pero también tienen rasgos y detalles muy diferentes, sobre todo en el rostro y el cabello. No son sólo copias de la misma figura, hay individualidad en cada una de ellas. Esto sugiere que todas fueron talladas en el mismo taller. Desgraciadamente faltan los brazos, pero las copias romanas los muestran sosteniendo vasos de libaciones u ofrendas.
No se sabe si pretenden representar a mujeres concretas o si sólo son adornos arquitectónicos. La palabra Cariátide viene de karyatides que significa doncellas de Karyai, una antigua ciudad del Peloponeso. Se dice que las mujeres bailan con cestas en la cabeza en honor a Artemisa. Su colocación también imita los frisos de la procesión panatenaica que adornan el vecino Partenón.
No sólo se puede ver la influencia de las Cariátides en la arquitectura a lo largo de la historia, sino que también se han estudiado en detalle sus intrincados peinados. Recientemente, la profesora Katherine Schwab, de la Universidad de Fairfield (Connecticut, EE.UU.), copió los distintos peinados de seis estudiantes en su Proyecto de Peinado de Cariátides. También se creó un DVD para que la gente pueda crear los estilos en casa.
De 2011 a 2014 se realizó una limpieza masiva con láser para limpiar y reparar los años de contaminación y suciedad. Se utilizó tecnología punta. La precisión del láser se hizo centímetro a centímetro, asegurando que las estatuas estuvieran protegidas y bien cuidadas.
Las seis figuras permanecieron juntas e in situ hasta 1802, cuando Lord Elgin se llevó una de ellas para exponerla en el Museo Británico. Las cinco restantes se trasladaron al Museo de la Acrópolis en 1978 para evitar que se acumularan más daños ambientales. Hoy en día se conservan réplicas en su lugar. Se han hecho numerosos intentos para que la figura del Museo Británico vuelva a Grecia.
Estas controversias y el inmenso cuidado que se ha tenido con las cariátides demuestran el poder de estas figuras tres mil años después de su creación. Forman parte de una historia y un relato mundial que parece no hacer más que profundizar e intrigar aún más.
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