La clave para manejar una crisis del autismo es primero entenderlas. Esto significa identificar por qué se producen y detectar las señales de advertencia que conducen a ellas.
Los padres pueden aprender a minimizar eficazmente las crisis al reconocer los eventos y acciones que pueden desencadenarlas. A menudo, los padres pueden evitar una crisis por completo reconociendo que se avecina y eliminando el posible factor estresante.
Una crisis de autismo es diferente de una típica rabieta en los niños pequeños. Para un niño con autismo, una crisis puede ocurrir a cualquier edad, y no se utiliza como una herramienta de manipulación.
Las crisis autistas ocurren cuando una persona se siente tan abrumada emocionalmente, o experimenta una sobrecarga sensorial tan fuerte, que ya no puede controlar sus comportamientos. Esto puede manifestarse como un retraimiento, un arrebato emocional o una agresión física. Estas crisis pueden ser prolongadas e intensas. Las crisis pueden ser difíciles para los padres de niños autistas. Pero mantener la calma es fundamental para gestionar una crisis en curso. Las técnicas que se pueden utilizar con antelación pueden ayudar a prevenir una crisis de autismo, y las estrategias de afrontamiento pueden ayudar a los padres a calmar una crisis en curso.
Por qué se producen estas crisis
El autismo es un trastorno del espectro que afecta a 1 de cada 54 niños. Como trastorno del desarrollo, los síntomas del TEA (trastorno del espectro autista) incluyen problemas para entender las emociones tanto en uno mismo como en los demás. Los retrasos en el lenguaje y los déficits de comunicación son aspectos del autismo que pueden conducir a la frustración y a la incapacidad de comunicar eficazmente los deseos y las necesidades. Los problemas sensoriales, los estallidos emocionales y la agresividad son comunes en los niños autistas.
Las rabietas son un método normal que los niños utilizan para obtener atención negativa o para impactar en su situación. Una rabieta autista es diferente. No se utiliza como una herramienta para conseguir algo que el niño quiere. En cambio, representa una pérdida de control. Las crisis del autismo significan un desbordamiento completo del sistema (sentidos y/o emociones) y una pérdida de control del comportamiento como resultado.
Los niños autistas tienen dificultades para regular sus emociones y luchan con los cambios en su rutina. Suelen tener problemas sensoriales y de comunicación efectiva. Todas estas cosas pueden llevar a una crisis cuando su sistema se siente sobrecargado y ya no pueden controlar lo que está pasando en sus mentes o cuerpos.
Las crisis de autismo:
-
Pueden ocurrir a cualquier edad y no son específicas de los niños pequeños. Esto puede ser un reto para los padres cuando salen en público ya que el niño puede no mostrar signos externos de discapacidad.
-
No se utilizan con un propósito. Las crisis del autismo, a diferencia de las rabietas, no son de naturaleza manipuladora. En su lugar, una crisis autista es una señal de una crisis interna y una llamada de ayuda.
-
Son frecuentemente precedidas por señales de advertencia. A menudo hay un signo externo de angustia antes de que se produzca una crisis autista. Esta señal puede ser verbal o física.
-
Puede incluir comportamientos de autoestimulación, ya sea antes o durante la crisis. Los movimientos repetitivos -como mecerse hacia adelante y hacia atrás, dar golpecitos o pasearse- pueden ser signos de una crisis de autismo que se avecina.
-
Retirada social.
-
Huir o salir corriendo.
-
Aislamiento o desconexión.
-
Gritos o chillidos.
-
Golpes, patadas o agresividad hacia los demás.
-
Comportamientos de autoagresión, como morder, golpear o golpear la cabeza.
-
Lloro extremo.
Reconociendo una crisis autista
Una crisis autista puede manifestarse de diversas maneras, incluyendo estallidos físicos y emocionales. La agresión es común en los niños con autismo. En un estudio, más de la mitad de los participantes dirigieron esta agresión hacia sus cuidadores. Las autolesiones son otro motivo de preocupación, ya que una cuarta parte de los niños con autismo se autolesionan intencionadamente de alguna manera.
Una crisis autista puede incluir:
Las crisis del autismo pueden ser el resultado de varios desencadenantes diferentes, como la sobrecarga sensorial, un cambio de horario o rutina, dificultades de comunicación o ansiedad. Es útil saber qué puede llevar a una crisis para minimizar su frecuencia.
Manejar una crisis
Hay varios pasos que se pueden utilizar para manejar las crisis del autismo.
-
Identificar la posible causa de las crisis. Puede ser útil hacer un seguimiento de las crisis del niño. Anote lo que estaba sucediendo antes, durante y después de la crisis. Esto puede ayudarle a entender mejor por qué se producen, qué funciona para calmarlas y cómo evitarlas en el futuro. Este diario o registro escrito puede ayudarle a notar patrones en estas crisis.
-
Anticiparse y evitar la crisis antes de que ocurra. A menudo hay señales o «estruendos» que los niños autistas presentan antes de una crisis total. Los comportamientos autoestimulantes y los signos de ansiedad suelen estar presentes de antemano. Cuando estos signos aparecen, la distracción, la diversión o la eliminación del factor estresante potencial a menudo puede difundir una crisis antes de que comience.
-
Minimizar los posibles factores desencadenantes. Hay varias cosas que pueden conducir a una crisis de autismo, y muchas veces, estas cosas pueden ser manejadas. Un niño sensible a los ruidos fuertes puede calmarse con auriculares con cancelación de ruido en entornos ruidosos, por ejemplo. También puede ser beneficioso disponer de un método para afrontar los cambios repentinos e inevitables. Dedique tiempo a la relajación y enseñe a su hijo técnicas para controlar la ansiedad y el estrés, como la respiración profunda. Trabaje para mejorar la comunicación, para que el niño sea capaz de expresar sus necesidades con mayor facilidad.
-
Mantenga la calma. Es importante ser amable, comprensivo y estar lo más tranquilo posible durante una crisis de autismo. Puede aprender habilidades de afrontamiento en la terapia que luego puede practicar con su hijo.
-
Dar espacio al niño cuando lo necesite. Puede tomar algún tiempo para que un niño se calme durante una crisis autista. Un espacio seguro o una habitación tranquila pueden ayudar. Esto puede ser difícil cuando está en público. Puede ser útil llevar una tarjeta para repartir o tener alguna otra señal visible para explicar que el niño tiene autismo y necesita algo de espacio y comprensión. Los niños con autismo no suelen presentar ningún signo externo de discapacidad, y un ataque de nervios puede ser desconcertante para los transeúntes y resultar vergonzoso para los padres. Disponer de una forma fácil de hacer saber a los demás lo que está ocurriendo ayuda a algunos padres a centrarse en su hijo y a gestionar estos sentimientos incómodos.
-
Utilizar una distracción. Una vez que el niño se ha calmado un poco, una distracción o diversión puede funcionar para cambiar el enfoque y devolver la sensación de control. Puede ser un objeto o un tema de conversación que sea reconfortante para el niño.
Es importante mantener al niño seguro durante una crisis. Esto puede significar sujetar fuertemente al niño, llevarlo a un espacio tranquilo o a un entorno controlado, o simplemente dejarlo solo.
Los niños autistas pueden herirse a sí mismos o a otros durante una crisis. A veces, puede ser necesario más de un adulto para mantener a todos a salvo durante una crisis nerviosa completa.
Intervenciones & Técnicas terapéuticas
Aunque los padres son esenciales para ayudar a minimizar y manejar las crisis nerviosas, necesitan ayuda. La terapia juega un papel esencial en el manejo del problema en general.
La terapia de análisis de conducta aplicada (ABA) se considera la principal forma de terapia para el autismo. Enseña habilidades de regulación emocional y de comunicación. Cuando un niño es capaz de reconocer y expresar lo que siente, es mucho menos probable que se produzcan crisis.
Los padres son participantes activos en la terapia ABA, dando al terapeuta y al técnico información valiosa que da forma al plan de tratamiento general. Las lecciones que se enseñan en la terapia serán reforzadas por los padres en la vida cotidiana, ayudando a que estas nuevas habilidades se afiancen.
El juego de roles puede ser una forma eficaz para que los terapeutas y los padres establezcan expectativas sobre cómo actuar en diversas situaciones. Su hijo puede practicar cómo interactuar y reaccionar en entornos específicos con un terapeuta mientras está en la seguridad de su hogar. Los problemas potenciales pueden ser explorados en este entorno seguro, como la experiencia de tener que esperar en una fila o caminar a través de los posibles cambios que pueden surgir de repente.
Cuando los niños autistas saben qué esperar de antemano y conocen lo que se espera de ellos, es más probable que se comporten mejor. Premie el comportamiento positivo para reforzar la lección.
Las crisis autistas pueden ser aterradoras e impredecibles, pero con las herramientas y la ayuda adecuadas, los padres pueden aprender a minimizar y gestionar con éxito estos arrebatos. Hable con el equipo de tratamiento de su hijo para idear las estrategias específicas que mejor funcionen.
-
Datos & Estadísticas sobre el trastorno del espectro autista. (Marzo de 2020). Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
-
En qué se diferencian las crisis autistas de las rabietas tradicionales. (Abril de 2020). Verywell Health.
-
La agresión en el trastorno del espectro autista: Presentación y opciones de tratamiento. (Junio 2016). Enfermedad neuropsiquiátrica y tratamiento.
-
Un amplio estudio muestra que las autolesiones son comunes entre los niños con autismo. (Julio 2017). Spectrum News.
-
Las crisis nerviosas. (2018). National Autistic Society.
-
«Meltdowns», vigilancia y manejo de emociones; saliendo con niños con autismo. (Septiembre de 2010). Salud & Lugar.
-
Los padres de un niño con autismo buscan ayuda con las crisis en público. (Septiembre 2018). Autism Speaks.