Estres y gastritis son dos palabras que suelen ir de la mano. El sistema digestivo realmente siente tus emociones. Cada persona experimenta el estrés de forma diferente, pero siempre nos afecta de alguna manera.

Cuando tenemos estrés y gastritis es importante buscar ayuda médica. El problema es que muchas personas ni siquiera lo notan. Los síntomas no siempre son evidentes cuando estás estresado. A veces, sólo te sientes vagamente molesto. Sin embargo, cuando estás estresado todo el tiempo, empiezas a sentirlo en el estómago.

El cuerpo y la mente no funcionan por separado. Lo que ocurre en una parte afecta a la otra. Nuestro sistema digestivo capta y proyecta la relación entre nuestro mundo interior y exterior.

Proverbio chino-

Estrés y gastritis: síntomas

La gastritis es un dolor constante y punzante que se siente en la parte superior del estómago. Suele producirse por una bacteria que altera la flora intestinal, lo que dificulta la digestión.

Hay un tipo de gastritis causada por la ansiedad o el estrés. Si hay estrés y gastritis al mismo tiempo, habrá algunas señales. Es importante estar alerta para poder actuar a tiempo si se observan los síntomas. La demora podría hacer que se desarrollen aún más problemas.

Estrés y gastritis

Entre los principales síntomas del estrés y la gastritis encontramos:

  • Acidez. Se produce cuando el ácido estomacal sube desde el estómago hasta el esófago. Es uno de los primeros síntomas que indican estrés y gastritis.
  • Dolores de estómago. Es decir, dolor frecuente en el estómago. Puede aumentar en frecuencia e intensidad.
  • Hinchazón y náuseas. El estómago se inflama, haciendo que parezca un «tambor». Es decir, se siente caliente y tenso. A veces también hay vómitos.
  • Dolor en el cuello y los hombros. Estos son signos de que está muy estresado. Los músculos aquí se ponen tensos, y ocasionalmente hay dolor.
  • Los problemas de la piel y la caída del cabello también son señales de que hay mucho estrés. Muy raramente hay acné, pero también puede haber erupciones u otros problemas.
    • Tristeza y nerviosismo. Son síntomas tanto del estrés como de la gastritis. El estado de ánimo de la persona ya no es el mismo. Se sienten abatidos y angustiados sin motivo.
    • Problemas de sueño e irritabilidad. Al igual que con la tristeza y el nerviosismo, estos ocurren cuando hay estrés y gastritis, o uno de los dos.
      • Es común que también se desarrollen trastornos alimenticios. La persona puede comer demasiado o dejar de comer. En ambos casos, el estómago se convierte en el centro de atención de la persona, hasta el punto de que puede convertirse en un verdadero trastorno alimentario.

        Gastritis nerviosa

        Cuando hay estrés y gastritis al mismo tiempo, se trata de una «gastritis nerviosa». De cualquier manera, esto siempre debe ser diagnosticado por un médico. No es buena idea sacar conclusiones precipitadas. Si cuidas tu alimentación y sigues teniendo molestias estomacales, es hora de consultar a un profesional de la salud.

        Papaya y melocotones.

        El tratamiento de la gastritis nerviosa es similar al de otros tipos de gastritis. La diferencia es que también hay un componente psicológico. Desde el punto de vista físico, lo mejor es llevar una dieta saludable. Además, debe descansar lo suficiente, es decir, dormir al menos siete horas al día. Consume alimentos bajos en grasa, así como frutas y verduras, y bebe mucho líquido.

        Desde el punto de vista emocional, es buena idea acudir a terapia antes que nada. Así podrás identificar la verdadera causa. A veces es simplemente un problema puntual que aún no has identificado. Pero otras veces el problema es más profundo y puedes trabajarlo con una buena terapia regular.

        Es muy recomendable hacer ejercicio y utilizar técnicas de relajación. Estos pasos ayudan tanto física como emocionalmente. Ayudan a regular la digestión y a relajar los músculos, además de oxigenar el cerebro y ayudarnos a encontrar el equilibrio mental.

        Lo importante es que estas medidas se tomen a tiempo. Cuando se espera demasiado, un problema de salud relativamente sencillo puede convertirse en crónico y desencadenar todo tipo de complicaciones.

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