Iraq durante el Imperio Británico y la independencia

La Primera Guerra Mundial supuso el fin de la dominación otomana, para ser sustituida por el poder obligatorio británico. Bajo el reinado del rey hachemita Faisal I se creó el Reino de Irak en 1921 y la independencia se alcanzó en 1932.

La discordia étnica y religiosa en el país dio lugar a numerosas revueltas. Sumado a los golpes de estado entre 1936 y 1941, esto supuso que el desarrollo de la vida cultural y la industria editorial se vieran mermados.

En 1958 se produjo otro golpe de estado que derrocó a la monarquía y estableció una república. El Irak republicano trató de desarrollar su base industrial y fomentar el desarrollo económico mediante la expansión de la alfabetización y la educación.

Se produjo un boom editorial que convirtió a Iraq en un importante centro de publicación para todo el mundo árabe. Otros cambios en la legislación iraquí y en la estructura del apoyo estatal a la cultura permitieron, por primera vez, el desarrollo de la publicación a gran escala en lenguas minoritarias, especialmente el kurdo y el neo-arameo.

En los años 60 y 70, comenzaron a aparecer libros, revistas y periódicos de gran tirada en estas lenguas. Establecieron un medio escrito para la circulación de culturas que hasta entonces habían dependido en gran medida de la transmisión oral.

Sin embargo, la impresión y la tipografía en Irak no eran asuntos meramente comerciales. Las conexiones entre los artistas e intelectuales iraquíes y las corrientes artísticas internacionales resultaron ser poderosos motores para el desarrollo de nuevos lenguajes visuales vagamente relacionados con el Modernismo. Escultores, pintores y calígrafos experimentaron con la escritura árabe, tratando de sintetizar la tradición y la estética contemporánea, o de abandonar lo antiguo en favor de nuevas visiones para la sociedad árabe moderna.

Ḍiā’ ‘Azzāwī, Shākir Ḥasan al-Sa’īd, Mukhallad al-Mukhtar, Salmān ‘Abbās, Waḍāḥ al-Ward, Ḥassan al-Mas’ūd, Firyāl al-‘Aḍamī y Hāshim Muḥammad al-Baghdādī, por nombrar sólo a algunos, participaron en este fermento cultural. Desde la exquisita caligrafía de mediados de siglo de Hāshim Muḥammad al-Baghdādī, pasando por el cuadro Cielo rojo con pájaros (1981) de ‘Azzāwī, hasta la escultura de granada llena de texto de Firyāl al-‘Aḍamī (2017), la escritura árabe ha sido un componente central de los últimos 60 años de creatividad artística iraquí.

Década de 1980 en adelante

1980 supuso un periodo de considerable agitación en Irak, empezando por la guerra entre Irán e Irak, que duró hasta 1988. La posterior invasión de Kuwait y la Guerra del Golfo en 1990-91, seguidas de más de una década de sanciones, provocaron la emigración de muchos artistas, escritores y editores.

La lengua kurda se enfrentó a severas restricciones, aliviadas sólo con la creación de una Zona de No Vuelo y una región kurda autónoma de facto en el norte de Irak en 1991.

Las cosas fueron de mal en peor en 2003, cuando la invasión de Irak liderada por Estados Unidos añadió la destrucción física y la agitación social a la atrofia económica. Muchas obras de importancia para la historia de la escritura en Iraq, tanto antiguas como contemporáneas, fueron saqueadas o destruidas tras la invasión.

La ocupación, las insurgencias contra la ocupación y el surgimiento del Estado Islámico en Irak y el Levante (ISIL) privaron al país de la estabilidad necesaria para volver al fomento cultural de décadas anteriores.

No obstante, no todo está perdido. La resistencia es, sin duda, una característica de la escritura y la producción cultural iraquíes. La Feria Internacional del Libro de Bagdad, celebrada en febrero de 2019, es una prueba de la importancia que sigue teniendo la edición en el país. La escritura en kurdo, centrada en torno a Sulaymāniyah (Slêmanî) y Erbil (Hewlêr), en el norte, está bien establecida y es una fuente de actividad económica considerable.

Los calígrafos y artistas iraquíes han recurrido a medios creativos, incluida la palabra escrita, para expresar sus deseos y visiones de futuro. Juntos, están contribuyendo a que Irak siga dejando su huella en la marcha de la escritura.

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