El 13 de octubre de 1943, el gobierno de Italia declara la guerra a su antiguo socio del Eje, Alemania, y se une a la batalla en el bando de los Aliados.

Destituido Mussolini del poder y con el colapso del gobierno fascista en julio, el Gral. Pietro Badoglio, antiguo jefe del Estado Mayor de Mussolini y hombre que había asumido el poder en lugar del Duce a petición del rey Víctor Manuel, comenzó a negociar con el general Eisenhower. Pietro Badoglio, antiguo jefe de estado mayor de Mussolini y el hombre que había asumido el poder en lugar del Duce a petición del rey Víctor Manuel, comenzó a negociar con el general Eisenhower la rendición condicional de Italia a los Aliados. Se convirtió en un hecho el 8 de septiembre, cuando el nuevo gobierno italiano permitió a los aliados desembarcar en Salerno, en el sur de Italia, en su intento de hacer retroceder a los alemanes en la península.

También los alemanes se pusieron en marcha. Desde que Mussolini empezó a tambalearse, Hitler había estado haciendo planes para invadir Italia y evitar que los Aliados consiguieran un punto de apoyo que les situara al alcance de los Balcanes ocupados por los alemanes. El día de la rendición de Italia, Hitler lanzó la Operación Eje, la ocupación de Italia. Mientras las tropas alemanas entraban en Roma, el general Badoglio y la familia real huyeron a Brindisi, en el sureste de Italia, para establecer un nuevo gobierno antifascista.

El 13 de octubre, Badoglio puso en marcha la siguiente etapa de su acuerdo con Eisenhower, la plena cooperación de las tropas italianas en la operación aliada para capturar Roma a los alemanes. Fue un proceso extremadamente lento, descrito por un general británico como «un esfuerzo por Italia». El mal tiempo, el error de cálculo al comenzar la operación desde tan al sur de la península y la práctica de la «consolidación», estableciendo una base firme de operaciones y uniendo divisiones cada vez que se capturaba una nueva región, hicieron que la carrera por Roma fuera más bien a rastras. Pero cuando terminó, y Roma volvió a ser libre, el general Badoglio daría un paso más en la liberación de Italia de su pasado fascista: dejaría el cargo.

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