Orfeo (griego: Ορφεύς) fue considerado uno de los principales poetas y músicos de la antigüedad, y sigue siendo un símbolo del arte de la música. A fuerza de música y canto, podía encantar a las bestias salvajes, engatusar a los árboles y a las rocas para que bailaran, incluso detener el curso de los ríos.

Giuseppe Cades: Orfeo encantando a los animales, 1780, Pluma, tinta, aguada; 14,5 x 38 cm,
Galería: Louvre, París.

El mito más conocido de Orfeo es el de su amor a Eurídice, descrito en varias obras maestras de la música. Cuando la esposa de Orfeo, Eurídice, fue asesinada, él fue al inframundo para traerla de vuelta. Fascinado por la belleza de su música, el dios del inframundo permitió a Eurídice volver al mundo de los vivos. Aunque se le advirtió que no mirara hacia atrás, lo hizo de todos modos y perdió a su amada esposa una vez más.

Después de ese suceso perdió el interés por las mujeres, pero ellas no perdieron el interés por él. Así, un grupo de mujeres furiosas lo atacaron con sus propias manos y lo hicieron pedazos. La cabeza de Orfeo flotó río abajo, todavía cantando, y fue a parar a la isla de Lesbos.

Además de ser un símbolo de la música, Orfeo está considerado como uno de los pioneros de la civilización; se dice que enseñó a la humanidad las artes de la escritura, la agricultura e incluso la medicina.

El misterioso poder de su música se muestra hoy en el poder de la ciencia. La indestructibilidad de su música simboliza la fuerza de voluntad necesaria para lograr resultados significativos en la vida, así como en la investigación médica.

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