La misofobia suele considerarse parte del espectro de enfermedades obsesivo-compulsivas, y es bien sabido que las personas con TOC tienen un mayor riesgo de adicción. Por ejemplo, en un estudio sobre el tema publicado en la revista Journal of Anxiety Disorders, los investigadores descubrieron que 27 personas que cumplían los criterios del TOC también tenían un trastorno por abuso de sustancias, y en el 70 por ciento de estos casos, los síntomas del TOC aparecieron antes de que comenzara el abuso de sustancias. Estudios como éste sugieren que las personas se apoyan en sustancias adictivas para hacer frente a sus problemas de salud mental, y que las adicciones no tardan en aparecer en este entorno.

Es fácil ver por qué el consumo de sustancias florecería en las personas con misofobia, ya que las sustancias adictivas parecen proporcionar un pequeño impulso de felicidad y poder, y esos cambios pueden hacer que una persona sienta que los gérmenes realmente no son tan importantes. Por una vez, la vida puede parecer vivible, aunque la sensación de peligro cercano puede volver cuando el efecto de las drogas haya desaparecido. La gente puede necesitar tomar dosis muy altas de drogas, una y otra vez, para mantener a raya los miedos, y como resultado, el daño químico puede ser intenso. Las sustancias adictivas pueden dejar pequeños puntos de daño, aunque la persona se sienta sobria cuando las drogas han desaparecido, y esos pequeños puntos de activación pueden mezclarse y fundirse en un punto focal de adicción. El daño químico puede conducir a intensos antojos que son difíciles de controlar, y cuando se combina con el problema de salud mental, el daño puede ser devastador.

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