Los signos más aparentes de que la osteoartritis podría estar en camino incluyen el dolor constante o intermitente en una articulación. Otro síntoma podría ser la rigidez que tiende a seguir a los períodos de inactividad, como dormir toda la noche o estar sentado durante un período de tiempo. También puede notar hinchazón o sensibilidad en una o varias articulaciones, aunque no necesariamente en ambos lados del cuerpo al mismo tiempo. Y tal vez la peor de todas las señales de alarma sea esa horrible sensación de crujido o sonido de hueso que roza con hueso al mover la articulación problemática. Esa se llama oficialmente crepitación.
Pero en esos momentos, la artrosis ha tardado mucho en llegar. La condición gradual comienza a desarrollarse cuando los mecanismos naturales de reparación ósea de su cuerpo, de absorción y síntesis de tejido, se desequilibran, permitiendo que los espolones óseos y los quistes óseos crezcan donde antes no tenían oportunidad de crecer. Antes de que se vuelvan dolorosamente perceptibles, esos espolones óseos o quistes óseos pueden ser descubiertos a veces por su médico mediante un diagnóstico radiográfico. Las áreas problemáticas más comunes que se detectan en una radiografía incluyen un estrechamiento asimétrico de los espacios articulares, un estrechamiento de la zona que rodea a la articulación (esclerosis periarticular), espolones óseos (osteofitos) y un saco lleno de líquido de lubricante articular espesado que sale del hueso (quistes óseos subcondrales).