Rob Robbins

Las gélidas aguas de la Antártida albergan una variedad especialmente diversa y vibrante de arañas de mar, artrópodos marinos que crecen tanto como los platos de la cena y utilizan sus enjutas patas para respirar y digerir. Los investigadores temen que estas criaturas (como la gigantesca araña marina antártica Colossendeis megalonyx, en la foto de arriba) puedan sufrir a medida que los océanos se calienten y se vuelvan más ácidos, pero una colaboración internacional ha demostrado que las arañas marinas modernas proceden de una larga línea de firmes supervivientes.

En el estudio, los científicos secuenciaron genéticamente todas las familias de arañas marinas vivas (que abarcan 89 especies, todas ellas emparentadas a distancia con las arañas terrestres) para crear el primer árbol genealógico completo. También incorporaron información de fósiles antiguos.

Los resultados mostraron qué partes del cuerpo evolucionaron y cuándo, y revelaron que los ancestros de las arañas marinas modernas son mucho más antiguos y resistentes de lo que se pensaba. Este grupo ha prosperado y se ha diversificado durante casi 500 millones de años, informa el equipo este mes en Molecular Biology and Evolution. Eso a pesar de los drásticos cambios en la temperatura y la química del océano que acompañaron a la extinción masiva de finales del Pérmico, que eliminó casi toda la vida marina.

¿Qué hace que las arañas de mar sean tan resistentes? La respuesta sigue sin estar clara; ayuda el hecho de que no dependen de una armadura calcificada como las almejas y las ostras, que se disuelve en el agua ácida. Pero sólo el tiempo dirá cómo se las arreglarán las arañas acuáticas de hoy en día contra los desafíos actuales, como los microplásticos, los derrames de petróleo y la destrucción del hábitat.

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