Nueve de los 13 baobabs más antiguos y grandes de África han muerto en la última década, según se ha informado. Estos árboles, de entre 1.100 y 2.500 años, parecen ser víctimas del cambio climático. Los científicos especulan que el calentamiento de las temperaturas ha matado a los árboles directamente o los ha hecho más débiles y susceptibles a la sequía, las enfermedades, el fuego o el viento.
Los viejos baobabs no son los únicos árboles que se ven afectados por los cambios climáticos. Los bosques de pinos Ponderosa y Pinyon en el oeste americano están muriendo a un ritmo cada vez mayor a medida que los veranos son más cálidos en la región. En Hawái, los famosos árboles Ohi’a también están muriendo a un ritmo más rápido que el registrado anteriormente.
Hay nueve especies de baobab en el mundo: una en África continental, Adansonia digitata, (la especie que puede alcanzar el mayor tamaño y la edad más avanzada), seis en Madagascar y una en Australia. El baobab de África continental recibió su nombre del botánico francés Michel Adanson, que describió los árboles baobab en Senegal.
El baobab africano es una especie extraordinaria. No sólo por su tamaño y duración de vida, sino también por la forma especial en que crece con múltiples tallos fusionados. En el espacio entre estos tallos (llamados falsas cavidades) crece la corteza, que es única en el baobab.
Dado que los baobabs sólo producen débiles anillos de crecimiento, los investigadores utilizaron la datación por radiocarbono para analizar muestras tomadas de diferentes partes del tronco de cada árbol y determinaron que el más antiguo (que ahora está muerto) tenía más de 2.500 años.
También tienen más de 300 usos. Las hojas, ricas en hierro, pueden hervirse y comerse como las espinacas. Las semillas pueden tostarse para hacer un sustituto del café o prensarse para hacer aceite para cocinar o cosméticos. La pulpa de la fruta tiene seis veces más vitamina C que las naranjas, lo que la convierte en un importante complemento nutricional en África y en los mercados de Europa, Estados Unidos y Canadá.
A nivel local, la pulpa de la fruta se convierte en zumo, mermelada o se fermenta para hacer cerveza. Las plántulas jóvenes tienen una raíz pivotante que puede comerse como una zanahoria. Las flores también son comestibles. Las raíces se pueden utilizar para hacer tinte rojo, y la corteza para hacer cuerdas y cestas.
Los baobabs también tienen propiedades medicinales, y sus troncos huecos pueden utilizarse para almacenar agua. Las copas de los baobabs también dan sombra, lo que los convierte en un lugar ideal para un mercado en muchas aldeas rurales. Y, por supuesto, el comercio de los productos del baobab proporciona ingresos a las comunidades locales.
Los baobabs también juegan un papel importante en la vida cultural de sus comunidades, siendo el centro de muchas historias orales africanas. Incluso aparecen en El Principito.
Cultivo del baobab
Los baobabs no sólo son útiles para los humanos, sino que son elementos clave del ecosistema de las sabanas secas africanas. Los baobabs mantienen las condiciones de humedad del suelo, favorecen el reciclaje de nutrientes y evitan la erosión del suelo. También son una importante fuente de alimento, agua y refugio para una gran variedad de animales, como pájaros, lagartos, monos e incluso elefantes, que pueden comer su corteza para obtener algo de humedad cuando no hay agua cerca. Las flores son polinizadas por murciélagos, que recorren largas distancias para alimentarse de su néctar. Numerosos insectos también viven en el baobab.
Por muy antiguos que sean, los baobabs pueden cultivarse, como han hecho algunas comunidades de África Occidental durante generaciones. Algunos agricultores se desaniman por el hecho de que pueden tardar entre 15 y 20 años en dar fruto, pero investigaciones recientes han demostrado que injertando las ramas de los árboles frutales en plántulas pueden dar fruto en cinco años.
Muchos árboles «autóctonos» muestran una gran variación en las propiedades morfológicas y nutricionales de los frutos – y se necesitan años de investigación y selección para encontrar las mejores variedades para su cultivo. Este proceso, llamado domesticación, no se refiere a la ingeniería genética, sino a la selección y cultivo de los mejores árboles de los disponibles en la naturaleza. Parece sencillo, pero lleva tiempo encontrar los mejores árboles; mientras tanto, muchos de ellos están muriendo.
La muerte de estos árboles baobab, los más antiguos y grandes, es muy triste, pero esperemos que la noticia nos motive a proteger los grandes baobabs que quedan en el mundo y a iniciar un proceso de estrecha vigilancia de su salud. Y, con suerte, si los científicos son capaces de perfeccionar el proceso de identificación de los mejores árboles para cultivar, algún día serán tan comunes en nuestros supermercados como las manzanas o las naranjas.