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El horario de verano se acaba una vez más y el domingo la mayor parte de México retrasará los relojes una hora, una tradición que no está exenta de polémica.
El pasado mes de abril, cuando comenzó el horario de verano, algunos legisladores pidieron al presidente López Obrador que eliminara el cambio de hora, argumentando que la pandemia de coronavirus y la consecuente crisis económica, junto con las medidas de confinamiento y el cambio de hora, podrían generar ansiedad y estrés.
Estudios de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma muestran que retrasar o adelantar el reloj puede afectar a las personas física, emocional e intelectualmente. Además, puede alterar los ciclos de sueño y el apetito de los niños, y provocar insomnio y ansiedad en los adultos mayores.
Baja California Sur, Sinaloa y la Ciudad de México han solicitado que se les permita no observar el horario de verano, pero sus argumentos han sido desatendidos.
La práctica se implementó por primera vez en México en 1996, durante la administración del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, para aprovechar mejor las horas de luz y conservar la electricidad.
El cambio de horario oficial se produce a las 2 de la madrugada del domingo, aunque la mayoría de la gente retrasa sus relojes una hora el sábado por la noche antes de acostarse.
Pero los ciudadanos de Sonora, Quintana Roo y 33 municipios a lo largo de la frontera norte con Estados Unidos no cambiarán sus relojes.
Sonora seguirá con la misma hora que Arizona, que no observa el horario de verano, resultado de un acuerdo alcanzado en 2016 para crear una región comercial transfronteriza. Las ciudades fronterizas de Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, Chihuahua y Baja California retrasarán sus relojes el 1 de noviembre, observando el mismo horario que el resto de Estados Unidos.
Quintana Roo eligió adoptar el mismo huso horario que la costa este de Estados Unidos en 2015 para ofrecer a los turistas una hora más de sol y sus relojes no sufrirán cambios.