La larga cadena de estudios y políticas que finalmente terminaron en la prohibición de la pintura de casas con plomo comenzó a principios del siglo XX. Empezó a haber preocupación por los efectos potencialmente perjudiciales para los trabajadores de la industria de la pintura. La industria de la pintura colaboró con los funcionarios de salud pública para hacer más seguras las prácticas de trabajo y consiguió minimizar la intoxicación por plomo en los trabajadores de la industria de la pintura, pero no tomó ninguna medida para acabar con el uso de la pintura con plomo. Durante este tiempo, algunas naciones europeas prohibieron el plomo en la pintura para ayudar a proteger a los pintores. Sin embargo, en Estados Unidos, la oposición de los pintores impidió que dicha prohibición entrara en vigor.
A partir de la década de 1920, a algunos niños se les diagnosticó «pica», o un deseo inusualmente fuerte de comer sustancias no alimentarias. Estos niños solían masticar sus juguetes o los laterales de sus cunas y, por tanto, estaban expuestos a la pintura con plomo que se utilizaba a menudo en estos artículos. Al principio, los médicos se limitaban a recomendar que se supervisara de cerca a los niños y se evitara que masticaran las cunas y los juguetes. Sin embargo, en la década de 1930 se empezó a eliminar la pintura con plomo de las cunas, los juguetes y otros productos de uso común para los niños. En la década de 1940, varias revistas médicas informaron de que este esfuerzo había tenido éxito.
En 1948, el tema de la pintura con plomo se volvió a plantear cuando los investigadores de salud pública de Baltimore detectaron riesgos para los niños por la pintura interior con plomo descascarillada y/o desconchada en los hogares. En 1951, Baltimore se convirtió en la primera ciudad estadounidense en prohibir la pintura con plomo.
En 1955, la American Standards Association y la American Academy of Pediatrics, trabajando conjuntamente, desarrollaron la primera restricción nacional sobre el plomo en la pintura; que la pintura no debía contener más del 1% de plomo. Las pinturas que contenían más de esta cantidad de plomo debían llevar una advertencia que indicara que no debían utilizarse en superficies accesibles para los niños. Finalmente, en 1978, Estados Unidos prohibió por completo el plomo en la pintura de las casas.