La paranoia implica sentimientos y pensamientos intensos de ansiedad o miedo, a menudo relacionados con la persecución, la amenaza o la conspiración. La paranoia aparece en muchos trastornos mentales, pero es más frecuente en los trastornos psicóticos. La paranoia puede convertirse en delirios, cuando los pensamientos y creencias irracionales se vuelven tan fijos que nada (ni siquiera las pruebas contrarias) puede convencer a la persona de que lo que piensa o siente no es cierto. Cuando una persona tiene paranoia o delirios, pero no otros síntomas (como oír o ver cosas que no existen), puede tener lo que se llama un trastorno delirante. Debido a que sólo se ven afectados los pensamientos, una persona con trastorno delirante normalmente puede trabajar y funcionar en la vida cotidiana, sin embargo, sus vidas pueden ser limitadas y aisladas.
El trastorno delirante se caracteriza por creencias o sospechas irracionales o intensas que una persona cree que son verdaderas. Estas creencias pueden parecer extravagantes e imposibles (extrañas) o encajar en el ámbito de lo posible (no extrañas). Los síntomas deben durar un mes o más para que se diagnostique un trastorno delirante.