Introducción
Los factores dietéticos desempeñan un papel clave en el desarrollo de diversas enfermedades humanas. En todas las culturas, hay muchos patrones dietéticos diferentes que se cree que promueven la salud humana. A pesar de las diferencias culturales, existen algunas características compartidas de los patrones dietéticos saludables. La percepción de los alimentos vegetales como dieta beneficiosa es aconsejada por el folclore de muchas culturas a lo largo de los siglos.
El ajo (Allium sativum L.) ha adquirido reputación en diferentes tradiciones como planta medicinal tanto profiláctica como terapéutica. El ajo ha desempeñado importantes funciones dietéticas y medicinales a lo largo de la historia.Algunas de las primeras referencias a esta planta medicinal se encontraron en el Avesta, una colección de escritos sagrados zoroastrianos que probablemente se compiló durante el siglo VI a.C. (Dannesteter, 2003 ▶). El ajo también fue un importante medicamento para los sumerios y los antiguos egipcios. Hay algunas pruebas de que durante los primeros Juegos Olímpicos en Grecia, se alimentaba a los atletas con ajo para aumentar su resistencia (Lawson y Bauer, 1998 ▶).
La antigua medicina china e india recomendaba el ajo para favorecer la respiración y la digestión y para tratar la lepra y la infestación parasitaria (Rivlrn, 1998 ▶).En la época medieval, el ajo también desempeñaba un papel importante en el tratamiento de diferentes enfermedades. Avicena (1988) ▶, en su conocido libro Al Qanoon Fil Tib (El canon de la medicina), recomendaba el ajo como un compuesto útil en el tratamiento de la artritis, el dolor de muelas, la tos crónica, el estreñimiento, la infestación parasitaria, las picaduras de serpientes e insectos, las enfermedades ginecológicas, así como en las enfermedades infecciosas (como antibiótico). Con la llegada del Renacimiento, en Europa se prestó especial atención a los beneficios del ajo para la salud. El ajo ha atraído especialmente la atención de la medicina moderna debido a la creencia generalizada sobre sus efectos en el mantenimiento de la buena salud. En algunos países occidentales, la venta de preparados de ajo se equipara a la de los principales medicamentos de venta con receta. Existen pruebas epidemiológicas apreciables que demuestran las funciones terapéuticas y preventivas del ajo. Varias investigaciones experimentales y clínicas sugieren numerosos efectos favorables del ajo y sus preparados. Estos efectos se han atribuido en gran medida a i) la reducción de los factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares, ii) la reducción del riesgo de cáncer, iii) el efecto antioxidante, iv) el efecto antimicrobiano, y v) la mejora de la desintoxicación compuesto extraño y hepatoprotección (Colín-González, 2012 ▶; Aviello, 2009 ▶). En esta revisión se ofrece un estudio sobre el estado actual de los conocimientos, tanto experimentales como clínicos, sobre los efectos preventivos y terapéuticos del ajo en diferentes enfermedades.
El ajo es una planta bulbosa; crece hasta 1,2 m de altura. El ajo es fácil de cultivar y se puede cultivar en climas suaves (Figura). Existen diferentes tipos o subespecies de ajo, entre los que destacan el ajo de cuello duro y el ajo de cuello blando. La alicina (allyl 2-propenethiosulfinate o diallyl thiosulfinate) es el principal compuesto bioactivo presente en el extracto acuoso del ajo o en el homogeneizado de ajo crudo. Cuando el ajo se pica o se tritura, la enzima alinasa se activa y produce alicina a partir de la aliina (presente en el ajo intacto). Otros compuestos importantes presentes en el homogeneizado de ajo son el alil tiosulfonato de 1-propenilo, el metil tiosulfonato de alilo, el óxido de (E,Z)-4,5,9-tritiodeca- l,6,11-trieno (ajoeno) y la y-L-glutamil-S-alquil-L-cisteína. La concentración de adenosina se multiplica varias veces al incubar el homogeneizado a temperatura ambiente durante varias horas.
Otro preparado de ajo ampliamente estudiado es el extracto de ajo envejecido. El ajo laminado almacenado en etanol al 15-20% durante más de 1,5 años se denomina extracto de ajo envejecido. Se supone que todo este proceso provoca una pérdida considerable de alicina y un aumento de la actividad de ciertos compuestos más nuevos, como la S-alilcisteína, la salilmercaptocisteína, la alixina, la N-0 -(Ideoxy- D-fructos- 1 -yl)-L-arginina y el selenio, que son estables y significativamente antioxidantes. El aceite de ajo, utilizado con fines medicinales, se prepara principalmente mediante un proceso de destilación al vapor. El aceite de ajo destilado al vapor se compone de los sulfuros dialilo, alilmetilo y dimetilo mono a hexa (Lawson y Bauer, 1998 ▶). Botánicamente, Allium sativum es un miembro de la familia Lillaceae, junto con las cebollas, cebollinos y chalotas (Iciek et al, 2009 ▶; Lanzotti, 2006 ▶).
Los bulbos de ajo
Efectos del ajo en las enfermedades cardiovasculares
El ajo y sus preparados han sido ampliamente reconocidos como agentes de prevención y tratamiento de las enfermedades cardiovasculares. La abundante literatura científica apoya la propuesta de que el consumo de ajo tiene efectos significativos en la disminución de la presión arterial, la prevención de la aterosclerosis, la reducción del colesterol y los triglicéridos séricos, la inhibición de la agregación plaquetaria y el aumento de la actividad fibrinolítica (Chan et al., 2013 ▶). Tanto los estudios experimentales como los clínicos sobre diferentes preparados de ajo demuestran estos efectos cardiovasculares favorables.
En experimentos in vivo con animales, la administración intravenosa de extractos de ajo produjo ligeras reducciones de las presiones sistólica y diastólica (Sial y Ahmed, 1982 ▶) y la ingestión oral de extracto de ajo en animales hipertensos devolvió la presión arterial al nivel normal (Chandekar y Jain, 1973 ▶). Varios estudios clínicos demostraron que el ajo redujo la presión arterial en más del 80 % de los pacientes que padecían hipertensión (Auer y otros, 1989 ▶; Konig y Scineider, 1986 ▶; Petkov, 1979 ▶; Omar, 2013 ▶; Stabler y otros, 2012 ▶). En un ensayo, la investigación sobre 47 pacientes hipertensos mostró que el ajo disminuyó significativamente la presión arterial sistólica media en 12 mmHg y la presión arterial diastólica media en posición supina en 9 mmHg frente al placebo. Los autores afirmaron que el ajo carecía de efectos secundarios y no se registró ninguna complicación grave (Auer 1990 ▶).
En otro estudio, la administración de 200 mg de ajo en polvo tres veces al día, además del tratamiento de base con hidroclorotiazida-triamtereno, produjo una reducción media de la presión arterial sistólica de 10-11 mmHg y de la presión arterial diastólica de 6-8 mmHg frente al placebo (Kandziora 1988 ▶). Sin embargo, estos datos son insuficientes para determinar si el ajo proporciona una ventaja terapéutica frente al placebo en cuanto a la reducción del riesgo de morbilidad cardiovascular en pacientes diagnosticados de hipertensión (Stabler et al., 2012 ▶).
Se ha sugerido que el mecanismo de la actividad antihipertensiva del ajo se debe a sus efectos similares a las prostaglandinas, que disminuyen la resistencia vascular periférica (Rashid y Khan, 1985 ▶). El extracto de ajo envejecido fue superior al placebo en la disminución de la presión arterial sistólica en pacientes que padecían hipertensión no controlada. Una dosis de 240-960 mg de extracto de ajo envejecido que contenía entre 0,6 y 2,4 de S-alilcisteína redujo significativamente la presión arterial en unos 12 mmHg a lo largo de 12 semanas (Ried et al., 2013a ▶).
La administración de ajo en ratas que sufrían hipercolesterolemia, inducida por una dieta rica en colesterol, redujo significativamente el colesterol sérico, los triglicéridos y las LDL, pero no hubo ningún efecto sobre las HDL séricas (Kamanna y Chandrasekhara, 1982 ▶). En experimentos in vitro, la administración de ajo suprimió la oxidación de las LDL y aumentó las HDL, lo que puede ser uno de los mecanismos protectores de los efectos beneficiosos del ajo en la salud cardiovascular (Rahman y Lowe, 2006 ▶) . La aplicación a largo plazo del ajo y sus preparados en la aterosclerosis experimental inducida por una dieta alta en colesterol, mostró una reducción del 50% en las lesiones ateromatosas, especialmente en la aorta (Jain, 1977 ▶). La mayoría de los estudios en humanos sobre los efectos reductores de los lípidos del ajo y los preparados de ajo describieron una disminución significativa del colesterol y los triglicéridos séricos (Gardner et al., 2001 ▶; Ziaei et al., 2001 ▶). Se realizó un metaanálisis que incluía 39 ensayos primarios sobre el efecto de la administración de preparados de ajo durante 2 meses sobre el colesterol total, el colesterol de lipoproteínas de baja densidad, el colesterol de lipoproteínas de alta densidad y los triglicéridos (Ried et al., 2013b ▶). Los resultados sugieren que el ajo es eficaz para reducir el colesterol sérico total en 17±6 mg/dL y el colesterol de lipoproteínas de baja densidad en 9 ± 6 mg/dL en sujetos con niveles elevados de colesterol total (>200 mg/dL). Una reducción del 8% en el colesterol sérico total es de relevancia clínica y se asocia con una reducción del 38% en el riesgo de eventos coronarios a los 50 años de edad. Los niveles de colesterol de lipoproteínas de alta densidad sólo mejoraron ligeramente, y los triglicéridos no se vieron influidos de forma significativa. El ajo fue muy tolerable en todos los ensayos y se asoció a efectos secundarios mínimos.
Este estudio de metaanálisis concluyó que el ajo debería considerarse como una opción alternativa con un perfil de seguridad más elevado que los medicamentos convencionales para reducir el colesterol en pacientes con el colesterol ligeramente elevado (Ried et al., 2013b ▶). Sin embargo, algunos estudios en los que se utilizó el ajo en polvo, con un bajo rendimiento de alicina, no mostraron ningún efecto de reducción de los lípidos (Lutomski, 1984 ▶; Luley et al., 1986 ▶). Se ha sugerido que diferentes personas podrían tener diferentes respuestas al ajo, por lo que el ajo puede ser más beneficioso para algunos grupos específicos (Zeng et al., 2013).
El efecto preventivo del ajo sobre la aterosclerosis se ha atribuido a su capacidad para reducir el contenido de lípidos en la membrana arterial. La alicina, la S-alil cisteína, presentada en el extracto de ajo envejecido y el dialildisulfuro, presentado en el aceite de ajo son los compuestos activos responsables del efecto antiaterosclerótico (Gebhardt y Beck, 1996 ▶; Yu-Yah y Liu, 2001 ▶). La actividad fibrinolítica plasmática en animales, que disminuía en la alimentación con colesterol, aumentaba considerablemente cuando esta dieta se complementaba con ajo (Mirhadi et al., 1993 ▶).
Varios estudios en humanos sobre la actividad fibrinolítica del plasma han descubierto que el ajo aumentaba la actividad fibrinolítica en individuos sanos, así como en pacientes con infarto agudo de miocardio (Bordia et al., 1998 ▶). Se demostró que el pretratamiento con ajo inhibía significativamente la movilización intracelular de Ca2+, la síntesis de tromboxano-A2 (un potente agregador plaquetario) y protegía contra la trombocitopenia inducida por la aplicación de colágeno o araquidonato en conejos.
Estas observaciones indican que el ajo puede ser beneficioso en la prevención de la trombosis. También se ha demostrado que el ajo inhibe la adhesión o agregación de las plaquetas en investigaciones realizadas en humanos. Se ha demostrado que el extracto de ajo envejecido inhibía la unión de las plaquetas activadas por ADP al fibrinógeno inmovilizado. Esto sugirió que el extracto de ajo envejecido inhibía la agregación plaquetaria a través de la inhibición del receptor GPIIb/IIIa y un aumento del AMPc (Allison et al., 2012 ▶). Además, se informó de que el ajo disminuye el riesgo de enfermedades oclusivas arteriales periféricas, la viscosidad del plasma y la angina inestable y aumenta la propiedad elástica de los vasos sanguíneos y la perfusión capilar (Sumiyoshi y wargovich, 1990 ▶).
Se aleatorizaron 78 pacientes con enfermedad oclusiva arterial periférica para recibir ajo o un medicamento placebo. La dosis de ajo fue de 400 mg de polvo de ajo estandarizado por vía oral dos veces al día. En el estudio participaron tanto hombres como mujeres de entre 40 y 75 años. Tras doce semanas de tratamiento, la distancia recorrida sin dolor aumentó de forma similar tanto si se recibía ajo como placebo. Tampoco hubo diferencias en los cambios de la presión arterial, la frecuencia cardíaca y las diferencias de presión entre el tobillo y la braquial. No se observaron efectos secundarios graves, aunque más personas que tomaron ajo (28%) que placebo (12%) se quejaron de un notable olor a ajo. Esto indica que cualquier mejora de los síntomas de la enfermedad oclusiva arterial periférica con el ajo puede requerir un tratamiento y un seguimiento a más largo plazo que en este estudio (Jepson et al., 2000 ▶).
Efecto antitumoral del ajo
Muchos estudios in vitro e in vivo han sugerido posibles efectos preventivos del cáncer de los preparados de ajo y sus respectivos componentes. Se ha descubierto que el ajo contiene un gran número de potentes compuestos bioactivos con propiedades anticancerígenas, en gran parte derivados del alilsulfuro. Se ha informado de que diferentes derivados del ajo modulan un número cada vez mayor de mecanismos moleculares en la carcinogénesis, como la formación de aductos de ADN, la mutagénesis, la eliminación de radicales libres, la proliferación y diferenciación celular, así como la angiogénesis. La tasa de crecimiento de las células cancerosas se reduce con el ajo, con el bloqueo del ciclo celular que se produce en la fase G2/M (Capasso, 2013 ▶). En 1990, el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos inició el Programa de Alimentos de Diseño para determinar qué alimentos desempeñaban un papel importante en la prevención del cáncer (Dahanukar y Thatte, 1997 ▶). Llegaron a la conclusión de que el ajo puede ser el alimento más potente con propiedades preventivas del cáncer. El ajo tiene una variedad de efectos antitumorales, incluyendo la inhibición del crecimiento de las células tumorales y efectos quimiopreventivos. En roedores, se ha informado de que el ajo y sus componentes inhiben el desarrollo de tumores inducidos químicamente en el hígado (Kweon et al., 2003 ▶), el colon (Knowles y Milner, 2003 ▶), la próstata (Hsing et al., 2002 ▶), la vejiga (Lau et al., 1986 ▶), glándula mamaria (Amagase y Milner, 1993 ▶), esófago (Wargovich et al., 1988 ▶), pulmón (Sparnins et al., 1986 ▶), piel (Nishino et al., 1989 ▶) y estómago (Wattenberg et al., 1989 ▶) tanto en estudios con roedores como con humanos. El trisulfuro de dialilo (DATS), un compuesto organosulfurado aislado del ajo, ha demostrado tener actividad anticancerígena tanto en investigaciones in vitro como in vivo. La citotoxicidad del DATS hacia las células epiteliales de próstata se redujo frente a las células cancerosas PC-3 (Borkowska, 2013 ▶).
Los posibles mecanismos anticancerígenos del ajo y sus componentes pueden incluir la inhibición de la activación de carcinógenos (Amagase y Milne, 1993 ▶), la mejora de la desintoxicación (Sumiyoshi y Wargovich, 1990 ▶), la excreción (Tadi et al., 1991a ▶) y la protección del ADN de los carcinógenos activados (Tadi et al., 1991b ▶). Además, el DATS redujo la masa tumoral y el número de células mitóticas dentro de los tumores. El DATS redujo la mitosis en los tumores, disminuyó la actividad de la histona desacetilasa, aumentó la acetilación de H3 y H4, inhibió la progresión del ciclo celular y disminuyó los marcadores pro-tumorales (survivina, Bcl-2, c-Myc, mTOR, EGFR, VEGF) (Wallace et al., 2013 ▶). Se ha descubierto que los componentes del ajo bloquean la unión covalente de los carcinógenos al ADN, mejoran la degradación de los carcinógenos, tienen propiedades antioxidantes y de eliminación de radicales libres, y regulan la proliferación celular, la apoptosis y las respuestas inmunitarias. Se ha demostrado que el ajoeno, un compuesto rico en azufre soluble en aceite y derivado del ajo, induce la apoptosis en las células leucémicas, además de en las demás células sanguíneas de los pacientes leucémicos. El ajoeno indujo la apoptosis en las células leucémicas humanas a través de la estimulación de la producción de peróxido y la activación de la actividad de la caspasa-3 y la caspasa-8. El ajo sinergiza el efecto del ácido eicosapentaenoico, un supresor del cáncer de mama, y antagoniza el efecto del ácido linoleico, un potenciador del cáncer de mama (Tsubura et al., 2011 ▶).
Se demostró la actividad antiproliferativa del ajoeno contra un panel de líneas celulares tumorales humanas (Li et al., 2002 ▶). Además, la alicina inhibe la proliferación de células humanas de cáncer de mama y de colon. La inhibición del crecimiento va acompañada de una acumulación de las células en la fase WIG1 y G2lM del ciclo celular. Así pues, la alicina también es responsable del efecto antiproliferativo de los derivados del ajo. El sulfuro de dialilo y el disulfuro de dialilo, inhiben la actividad de la arilamina N-acetiltransferasa y el 2-aminofluoreno-ADN en las células de leucemia promielocítica humana (Lin et al., 2002 ▶). Se sugirió la reducción del riesgo de algunos tumores malignos mediante el consumo de plantas enriquecidas con selenio, como el ajo (Finley, 2003 ▶). El DATS inhibió el crecimiento celular de las células de melanoma humano A375 y de las células de carcinoma de células basales mediante el aumento de los niveles de especies reactivas de oxígeno intracelular y de daños en el ADN y mediante la inducción del estrés del retículo endoplásmico y de la apoptosis mediada por las mitocondrias (Wang et al., 2012 ▶).
Diabetes mellitus
Aunque los estudios experimentales demostraron un claro efecto hipoglucémico del ajo, el efecto del ajo sobre la glucemia humana sigue siendo controvertido. Muchos estudios demostraron que el ajo puede reducir el nivel de glucosa en sangre en animales diabéticos. El ajo fue eficaz en la reducción de la glucosa en sangre en la diabetes mellitus inducida por estreptozotocina y alloxan en ratas y ratones (Sheela et al., 1995 ▶; Ohaeri, 2001 ▶). Se demostraron los beneficios a corto plazo del ajo sobre la dislipidemia en pacientes diabéticos (Ashraf et al., 2005 ▶). El ajo redujo significativamente el colesterol total y el colesterol LDL en suero y aumentó moderadamente el colesterol HDL en comparación con el placebo en pacientes diabéticos (Ashraf et al., 2005 ▶). La S-alil cisteína, un componente bioactivo derivado del ajo, restauró la función eréctil en ratas diabéticas mediante la prevención de la formación de especies reactivas de oxígeno a través de la modulación de la expresión de la subunidad de la NADPH oxidasa (Yang et al, 2013 ▶).
El tratamiento con metformina y ajo en pacientes diabéticos durante 12 semanas redujo la glucemia en ayunas (FBG), pero el porcentaje de cambio en la FBG fue más sustancial con la metformina complementada con ajo que con la metformina sola (Kumar et al., 2013 ▶). La alimentación crónica de extractos de ajo mostró una disminución significativa del nivel de glucosa en sangre. Sin embargo, algunos otros estudios no mostraron ningún cambio del nivel de glucosa en sangre después de eso en humanos. Por lo tanto, es necesario seguir investigando el papel del ajo en los pacientes diabéticos (Banejee y Maulik, 2002 ▶). El efecto beneficioso del ajo sobre la diabetes mellitus se atribuye principalmente a la presencia de compuestos volátiles de azufre, como la aliína, la alicina, el disulfuro de dialilo, el trisulfuro de dialilo, la cisteína S-alilo, el ajoeno y el mercaptano de alilo. Se ha informado de que los extractos de ajo son eficaces para reducir la resistencia a la insulina (Padiya y Banerjee, 2013 ▶).
Efecto del ajo en la hepatotoxicidad inducida químicamente
Varios estudios demostraron que el ajo puede proteger las células del hígado de algunos agentes tóxicos. El paracetamol es uno de los principales fármacos analgésicos y antipiréticos utilizados en muchos países. Se sabe que una sobredosis causa hepatotoxicidad y nefrotoxicidad en humanos y roedores. Aunque más del 90% del paracetamol se convierte en conjugados de sulfato y glucourónido y se excreta por la orina, una pequeña parte se metaboliza por diferentes enzimas hepáticas (Patten et al., 1993 ▶). Esto puede arilizar proteínas celulares críticas y causar toxicidad. Está demostrado que el ajo protege contra la hepatotoxicidad inducida por el paracetamol. La gentamicina también induce daños hepáticos, como revela la elevación de las enzimas marcadoras de daños hepáticos (aspartato transaminasa y alanina aminotransferasa) y la reducción del nivel de albúmina plasmática. La inclusión en la dieta de polvo de ajo protege a las ratas contra la hepatotoxicidad inducida por la gentamicina, mejora el estado antioxidante y modula el estrés oxidativo (Ademiluyi et al., 2013 ▶). Además, el ajo atenuó el efecto de hepatotoxicidad del nitrato en ratas. El extracto de ajo puede reducir la peroxidación lipídica y mejorar el sistema de defensa antioxidante (El-Kott, 2012 ▶).
Efecto antimicrobiano del ajo
El ajo se ha utilizado durante siglos en diversas sociedades para combatir enfermedades infecciosas. Históricamente, se cree que Louis Pasteur describió por primera vez el efecto antibacteriano del ajo en 1858, aunque no se dispone de ninguna referencia. Más recientemente, se ha demostrado que el ajo es eficaz contra una plétora de bacterias grampositivas, gramnegativas y acidorresistentes. Entre ellas se encuentran Salmonella, Escherichia coli (Adler y Beuchat, 2002 ▶), Pseudomonas, Proteus, Staphylococcus aureus (Cavallito, 1944 ▶), Escherichia coli, Salmonella (Johnson y Vaughn, 1969 ▶), Klebsiella (Jezowa y Rafinski, 1966 ▶), Micrococcus, Bacillus subtulis (Sharma et al., 1977 ▶), Clostridium (De Witt et al., 1979 ▶), Mycobacterium (Delaha y Garagusi, 1985 ▶) y Helicobacter (O’Gara et al., 2000 ▶). Se ha documentado que el ajo ejerce una inhibición diferencial entre la microflora intestinal beneficiosa y las enterobacterias potencialmente dañinas (Ress et al., 1993 ▶).
La actividad antibacteriana del ajo se atribuye ampliamente a la alicina. Se sabe que la alicina tiene una actividad modificadora de los sulfhidrilos (Wills, 1956 ▶) y es capaz de inhibir las enzimas sulfhidrílicas. La cisteína y el glutatión contrarrestan la actividad de tiolación de la alicina. Se ha demostrado que el extracto de ajo y la alicina ejercen efectos bacteriostáticos sobre algunos enterococos resistentes a la vancomicina. Se observó un sinergismo inhibidor cuando se utilizó en combinación con la vancomicina (Jonkers et al, 1999 ▶). Se cree que la alicina modifica los grupos sulfhidrilos de las enzimas del transposón TN1546, que codifica la resistencia a la vancomicina, aumentando la susceptibilidad a ésta.
El efecto antibacteriano de diferentes concentraciones de extracto de ajo contra la microbiota de la placa dental humana se ha demostrado en un estudio in vitro (Houshmand et al., 2013 ▶). Se ha demostrado el sinergismo entre la ciprofloxacina con el extracto de ajo, pero no entre la ampicilina y los extractos de ajo (Zain al-abdeen et al., 2013 ▶). Los dientes de ajo y los rizomas de jengibre, extraídos con etanol al 95%, sugirieron tener actividad antibacteriana contra patógenos clínicos multimedicamentosos y pueden utilizarse para la prevención de enfermedades microbianas resistentes a los medicamentos. Pseudomonas aeruginosa fue el germen más sensible a la mezcla (Karuppiah y Rajaram, 2013 ▶). El ajo también se sugirió como un tratamiento para la tuberculosis resistente a múltiples fármacos (Dini et al., 2011 ▶).
Propiedades antiprotozoarias
Varios estudios han demostrado que el extracto era eficaz contra una serie de protozoos, incluyendo Candida albicans (Lemar et al, 2002 ▶), Scedosporium prolificans (Davis et al., 2003 ▶), tinea pedis (Ledezma et al., 2000 ▶), Opalina ranarum, Balantidium entozoon, Entamoeba histolytica, Trypanosomes, Leishmania, Leptomonas y Crithidia (Reuter et al., 1966 ▶).
Debido a la aparición de efectos secundarios desagradables y a la creciente resistencia a los productos farmacéuticos sintéticos, se recomendó el ajo para el tratamiento de la giardiasis. Se observó una actividad inhibidora del ajo sobre la giardia con el extracto crudo a 25 pg/mlL y se estableció que la dosis letal era de aproximadamente 50 pg/mL. Animados por estos resultados, se realizó un ensayo clínico en pacientes que padecían giardiasis (Soffar y Mokhtar, 1991 ▶). Se estableció que el ajo es un antigiárdico, que eliminó los síntomas de todos los pacientes en 24 h y que eliminó por completo cualquier indicio de giardiasis en las heces en 72 h con una dosis de 1 mg/mL de extracto acuoso dos veces al día o 0,6 mg/mL de cápsulas de ajo preparadas comercialmente. No fue posible realizar cálculos in vitro, ya que los trabajadores no pudieron cultivar los protozoos in vitro. Se sugirió que la alicina, el ajoeno y los organosulfuros del ajo son compuestos antinrotozoarios eficaces.
Propiedades antifúngicas
La actividad antifúngica fue establecida por primera vez en 1936 por Schmidt y Marquardt mientras trabajaban con cultivos de epidermofitos (Lemar et al., 2002 ▶). Muchos hongos son sensibles al ajo, como Candida (Yousuf, 2011 ▶), Torulopsis, Trichophyton, Cryptococcus (Fromtling y Bulmer, 1978), Aspergillus (Hitokoto et al., 1980 ▶), Trichosporon y Rhodotorula (Tansey y Appleton, 1975 ▶). Se ha demostrado que los extractos de ajo disminuyen la captación de oxígeno (Szymona, 1952 ▶), reducen el crecimiento del organismo, inhiben la síntesis de lípidos, proteínas y ácidos nucleicos (Adetumbi et al., 1986 ▶) y dañan las membranas (Ghannoum, 1988 ▶).
Una muestra de alicina pura demostró ser antifúngica. La eliminación de la alicina de la reacción mediante la extracción con disolventes disminuyó la actividad antifúngica (Hughes y Lawson, 1991 ▶). También se ha observado actividad con los componentes del ajo, el trisulfuro de dialilo, contra la meningitis criptocócica (Cai, 1991 ▶), el ajoeno y contra el Aspergillus (Yoshida et al., 1987 ▶). El tiol redujo la actividad, lo que sugiere el bloqueo de la oxidación del tiol por la alicina. Se cree que la inhibición de la actividad respiratoria se debe a la inhibición de la succinato deshidrogenasa. La adhesión de Candida también se reduce en gran medida en presencia de extracto de ajo (Ghannoum, 1990 ▶). De nuevo, este efecto se ve disminuido por la adición de compuestos tiólicos. La adición de ajoeno a algunas mezclas de crecimiento de hongos, incluyendo Aspergillus niger, C. albicans y Paracoccidiodes, ha dado lugar a la inhibición a concentraciones inferiores a las experimentadas con alicina. Los estudios con extracto de ajo envejecido (sin alicina ni componentes derivados de la alicina) no mostraron actividad antifúngica in vitro. Sin embargo, cuando se administró a ratones infectados, el número de organismos que se observaron se redujo hasta en un 80% (Tadi et al., 1991a ▶).
Se ha informado de que el ajo exhibió efectos antifúngicos sobre dos especies, el patógeno de transmisión aérea Botrytis cinerea y Trichoderma harzianum (Lanzotti et al., 2012 ▶). Los pacientes con estomatitis dentaria informaron de una mayor satisfacción con el uso del ajo en lugar de la nistatina (Bakhshi et al., 2012 ▶).
Propiedades antivirales
En comparación con la acción antibacteriana del ajo, se han realizado muy pocos trabajos para investigar sus propiedades antivirales. Los pocos estudios han informado de que el extracto de ajo mostró actividad in vitro contra la gripe A y B (Fenwick y Hanley, 1985 ▶), el citomegalovirus (Meng et al., 1993 ▶; Nai-Lan et al., 1993 ▶), el rinovirus, el VIH, el virus del herpes simple 1 (Tsai et al., 1985 ▶), el virus del herpes simple 2 (Weber et al., 1992 ▶), la neumonía viral y el rotavirus. La alicina, el trisulfuro de dialilo y el ajoeno han demostrado ser activos (Hughes et al., 1989 ▶; Weber., 1992 ▶).
En el caso del VIH, se cree que el ajoeno actúa inhibiendo los procesos dependientes de la integrina (Tatarintsev et al., 1992 ▶). El alcohol alílico y el disulfuro de dialilo también han demostrado ser eficaces contra las células infectadas por el VIH (Shoji et al., 1993 ▶). No se ha observado ninguna actividad con la alicina o la S-alil cisteína. Parece que sólo la alicina y las sustancias derivadas de la alicina son activas. En conjunto, los efectos beneficiosos del extracto de ajo lo hacen útil en medicina. No hay suficientes ensayos clínicos sobre los efectos del ajo en la prevención o el tratamiento del resfriado común. Un único ensayo sugirió que el ajo puede prevenir la aparición del resfriado común, pero se necesitan más estudios para validar este hallazgo. Este ensayo asignó aleatoriamente a 146 participantes un suplemento diario de ajo (con 180 mg de contenido de alicina) o un placebo durante 12 semanas.
La investigación reveló 24 apariciones del resfriado común en el grupo del ajo en comparación con 65 en el grupo del placebo, resultando en menos días de enfermedad en el grupo del ajo en comparación con el grupo del placebo. Sin embargo, las afirmaciones sobre la eficacia del ajo en el resfriado común parecen basarse en gran medida en pruebas de baja calidad (Lissiman et al., 2012 ▶). Muchos países han utilizado el extracto de ajo para tratamientos clínicos, pero hay que tener muy en cuenta los efectos adversos del ajo tras su administración a largo plazo. Aunque se han realizado muchos estudios sobre el ajo y sus derivados, el mecanismo biológico exacto del extracto de ajo aún no se ha dilucidado.