la narrativa epistolar

Aunque la gente ya no escribe cartas como antes, a los escritores no nos importa. Podemos traerlas de vuelta en la ficción.

Hoy vamos a tratar una forma de literatura perdida, que creo que debería volver. Se llama epistolario, y es una gran forma. Vamos a tratarla.

¿Qué es la narración epistolar?

Las historias epistolares se construyen y se cuentan a través de documentos. Suelen ser cartas en primera persona escritas de un personaje a otro, pero también pueden utilizar recortes de periódico, testimonios escritos, transcripciones judiciales, etc. Son historias contadas no a través de la prosa tradicional, sino de relatos primarios de los propios personajes.

Como puedes ver, los ejemplos que acabo de enumerar son tan del siglo pasado, sobre todo la escritura de cartas. No es que ya nadie tenga amigos por correspondencia, es que ya no es tan popular como antes. Los ejemplos modernos de una historia epistolar podrían incluir una historia contada como un intercambio de correos electrónicos entre los personajes, o tal vez una cadena de comentarios de Reddit (no creo que quiera leer ese).

Aunque ha caído en desgracia últimamente, la narración epistolar es eterna. Mientras la gente se comunique y/o registre información con palabras escritas (o mecanografiadas, o dictadas), tendremos epistolario.

Entonces, ¿cuáles son algunos ejemplos clásicos de este estilo, qué los hace tan geniales y qué podemos aprender de ellos? Echemos un vistazo.

Frankenstein, de Mary Shelley

Una de las novelas más famosas de todos los tiempos, Frankenstein, de Mary Shelley, utiliza el estilo epistolar con gran efecto. Publicada por primera vez en 1818, la novela cuenta la historia de Víctor Frankenstein, un joven científico que crea una horrible criatura y la repudia rápidamente, lo que lleva a que la vida de ambos se desencadene.

Frankenstein comienza como una carta de un capitán de barco a su hermana. Cuando el capitán tropieza con un Frankenstein marchito y agotado, la narración pasa a ser un relato en primera persona de la creación del monstruo. A continuación, profundizamos un poco más cuando, dentro del relato de Frankenstein, la criatura se enfrenta a él y presenta su propia historia. A continuación, Frankenstein cuenta el resto de su historia y, finalmente, el capitán de barco concluye el relato con más cartas.

¿Cuál es el resultado de todo esto? En primer lugar, las narraciones epistolares pueden estar densamente estratificadas, como en el caso de Frankenstein. El relato del capitán contiene el de Frankenstein, y el de Frankenstein contiene el de la criatura. Es un efecto inusual de muñeca rusa, que recompensa a los lectores atentos.

Además, proporciona al autor una forma elegante de hacer malabares con múltiples narradores en primera persona. Manejar varios personajes con punto de vista en tercera persona es posible (¡George R.R. Martin tiene 31 de ellos en Canción de Hielo y Fuego!), pero un libro con múltiples personajes que usan el pronombre «yo» se vuelve confuso rápidamente. No ocurre lo mismo con las historias epistolares. Si un personaje escribe una carta a otro, nos orientamos por el nombre que aparece al final de la carta. Realmente no hay mejor manera de conseguir este efecto.

Las amistades peligrosas de Pierre Choderlos de Laclos

Una novela extraña en muchos sentidos, Las amistades peligrosas cuenta la historia de dos aristócratas franceses anteriores a la revolución, el Vizconde de Valmont y la Marquesa de Merteuil, y sus manipuladores planes sociales. A diferencia de Frankenstein, ésta se cuenta enteramente a través de cartas. Las escapadas de Valmont y Merteuil se intensifican en cada carta, lo que lleva a conclusiones sombrías para todos los implicados.

En primer lugar, Las amistades peligrosas demuestra la facilidad con la que el estilo epistolar inyecta realismo a una historia. Algunos lectores llegaron a pensar que se trataba de una obra de no ficción cuando salió a la venta. Las lecturas posteriores la han identificado correctamente como ficción, pero no por ello se ha considerado menos controvertida. El libro estuvo prohibido en Francia durante 60 años

No me cabe duda de que la forma aumentó la controversia. La prosa en tercera persona es absorbente, la primera persona podría serlo aún más. Pero yo diría que las historias contadas no a través de una voz narrativa, sino en las voces de los propios personajes, son las que mejor representan la realidad.

El marciano, de Andy Weir

Probablemente sepas de qué va esta, así que haré la sinopsis rápidamente. Un astronauta se queda atascado en Marte y tiene que recurrir a sus conocimientos científicos y a su astucia general para sobrevivir. Ahí lo tienes.

¿Por qué mencionar este libro? Porque es un ejemplo perfecto de cómo funcionan las narraciones epistolares en la actualidad. En lugar de escribir cartas, Mark Watney (el protagonista) nos describe la historia a través de registros de un diario en vídeo, además de algunas entradas de personajes secundarios. No están escribiendo cartas, pero funciona igual -e igual de bien-.

Además, El marciano juega con la información oculta con gran habilidad. La tripulación de Watney cree que está muerto, pero al leer sus entradas de vídeo, sabemos que claramente no lo está. Ya sabemos más que los personajes, lo cual es una posición divertida para el lector. Esto hace que esperemos esos momentos en los que todos se ponen de acuerdo. Además, el estilo proporciona una naturaleza confesional. Da el efecto de que no hay un único narrador.

Por último, el estilo epistolar de El marciano subraya la voz única de su protagonista. Dado que Watney pasa la mayor parte de la novela solo, sería difícil mostrar esa voz si no se le diera un balón de voleibol y se le llamara Wilson. La narración epistolar permite a Mark contar la historia con sus propias palabras, dándonos así acceso directo a esa voz sarcástica y a la vez esperanzadora del personaje.

Conclusión

La narración epistolar es divertida, única y versátil. Espero haberte convencido para que lo pruebes.

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