Lo único que sabe la mayoría de la gente sobre el Buen Rey Wenceslao es que se asomó a un montón de nieve en la fiesta de Esteban. Y que fue amable con un pobre campesino durante un duro invierno. Tenemos que agradecer al himnólogo inglés John Mason Neale esta versión de San Wenceslao I, duque de Bohemia o Svatý Václav, como se le conoce localmente. En este caso, la reputación es bastante acertada, ya que, según todos los indicios, el príncipe era conocido por sus obras de caridad, especialmente con los niños, los pobres y los esclavos.
En lo que hoy es la República Checa, a Wenceslao se le atribuye haber llevado el cristianismo a su pueblo. Nacido hacia el año 907, fue educado por su abuela cristiana Ludmilla, que temía la influencia de su madre pagana. Ludmilla se convirtió en regente del reino tras la muerte de su padre, cuando Wenceslao tenía 13 años. No es de extrañar que a su madre, Drahomira, no le gustara la influencia de Ludmilla y sus «extrañas» creencias. Convenientemente, Ludmilla fue encontrada estrangulada lo que dejó a Drahomira libre para gobernar.
Cuando Wenceslao cumplió 18 años asumió el control del reino y se convirtió en el único gobernante de Bohemia. En un movimiento impopular, pero tal vez astuto, el nuevo rey juró lealtad al líder cristiano mucho más poderoso, el rey Enrique I de la actual Alemania. Enfadada con esta lealtad y con los esfuerzos del rey por promover la «nueva» fe, la nobleza comenzó a conspirar contra él con la ayuda de su hermano Boleslav.
En 935, el astuto hermano invitó a Wenceslao a una fiesta en la que fue asesinado en las escaleras de una iglesia cuando se dirigía a misa. La leyenda cuenta que el cuerpo roto del rey no sangró y que en su tumba comenzaron a producirse milagros. Aunque sólo fue duque en vida, el emperador del Sacro Imperio Otón I le concedió el título de rey a título póstumo. Actualmente es el patrón de la República Checa y se le conmemora cada año el 28 de septiembre, día festivo en el país. Para verle hoy en día, eche un vistazo al tipo montado en un caballo en lo alto de, lo ha adivinado, la Plaza de Wenceslao.