Las sociedades siguen haciendo distinciones basadas en la etnia, la raza, el sexo o el género y otras características que no deberían influir en los logros de las personas ni en su bienestar. El Informe sobre la situación social en el mundo 2016 sostuvo que la discriminación es uno de los principales motores de la exclusión social (Naciones Unidas, 2016).
La discriminación sigue siendo un problema fundamental en el mundo actual. Sobre la base de la literatura existente, el Informe encontró que las normas y los comportamientos discriminatorios siguen siendo generalizados y continúan impulsando la exclusión social. Sin embargo, mientras que las barreras institucionales formales a las que se enfrentan los grupos marginados son fáciles de detectar, las barreras informales son a menudo más sutiles, lo que hace que la medición de la discriminación sea di culta.
Una forma de medir la discriminación es preguntar a las personas si sienten que han sido tratadas injustamente debido a su identidad. Los miembros de grupos raciales o étnicos minoritarios de muchos países sienten que son discriminados en sus encuentros cotidianos. En una encuesta realizada en 2008 a 23.500 inmigrantes y miembros de minorías étnicas de toda la Unión Europea, uno de cada cuatro encuestados declaró haberse sentido discriminado en los 12 meses anteriores por al menos dos motivos: origen étnico o de la inmigración, género, edad, discapacidad, orientación sexual, religión o creencias u «otros» motivos.
Estos datos miden las opiniones de quienes son objeto de discriminación, pero no miden las percepciones de quienes pueden tener prejuicios contra determinados grupos. Las Encuestas de Valores Mundiales evalúan las actitudes prejuiciosas a través de preguntas sobre si los encuestados se opondrían a tener como vecinos a ciertos grupos de personas como medida de la distancia social entre grupos.
Las actitudes hacia los inmigrantes suelen ser más negativas en períodos de inseguridad económica o tras grandes oleadas de inmigración. Las percepciones erróneas que con más frecuencia conducen a actitudes negativas incluyen que los inmigrantes quitan puestos de trabajo a los nativos o que cometen actos ilegales, entre otras. Dicho esto, el contexto del país es el determinante más importante de las actitudes prejuiciosas: las instituciones, la historia y los valores de un país son mejores predictores de la tolerancia y el respeto a los demás que el nivel de educación o el empleo de un individuo.
¿Cómo afecta la discriminación a la inclusión social?
La discriminación afecta a las oportunidades de las personas, a su bienestar y a su sentido de agencia. La exposición persistente a la discriminación puede llevar a las personas a interiorizar los prejuicios o el estigma que se dirige contra ellas, lo que se manifiesta en vergüenza, baja autoestima, miedo y estrés, así como mala salud. Una encuesta sobre el estigma y la discriminación relacionados con el VIH entre las personas que viven con el VIH en Asia y el Pacífico, por ejemplo, reveló que entre la mitad y las tres cuartas partes de los encuestados sentían vergüenza, culpa y/o baja autoestima.
Lea nuestro Informe de Desarrollo Social sobre «Prejuicios y discriminación: Barreras para la inclusión social».