Horchata, una bebida tradicional española elaborada con chufas.
Las chufas. HolaFoodie

Las chufas han sido cultivadas por el ser humano desde hace siglos. También conocidas como chufas y almendras de tierra, los primeros registros de su uso se remontan al neolítico egipcio. Desde allí, su cultivo acabó extendiéndose al norte de África y a la Península Ibérica. Es más, los españoles la utilizan para hacer horchata desde el siglo XVIII.

Y ahora, gracias a sus numerosos beneficios para la salud, las chufas han vuelto a resurgir, gozando de una floreciente popularidad en el mercado desde hace unos años.

Pero lo primero es saber qué son las chufas?

En primer lugar, aclaremos que no son realmente nueces, ni pertenecen al reino animal. Las chufas son tubérculos, como el boniato, aunque de tamaño mucho menor. Reciben su nombre por las rayas del exterior de los tubérculos.

Se obtienen de una planta llamada coquillo amarillo (cyperus esculentus), estos tubérculos del tamaño de una canica son masticables y tienen un sabor un poco parecido al de la almendra y la nuez.

¿Qué la convierte en un superalimento?

«La chufa es alabada por su alto contenido en fibra de almidón resistente», dice Maya Feller, nutricionista registrada y fundadora de Maya Feller Nutrition. «Las fibras de almidón resistente son amadas por su capacidad prebiótica. Estas fibras pasan por el tracto gastrointestinal sin ser digeridas y se cree que reducen los picos de azúcar en sangre y ayudan a la saciedad», explica la nutricionista de Brooklyn.

Además, son «una buena fuente de proteínas de origen vegetal, grasas poli y monoinsaturadas, magnesio, calcio y vitaminas C y E», añade Feller. Además, no tienen gluten ni lácteos, por lo que es una gran opción para quienes siguen una dieta vegana o paleo.

También, según una investigación de 2015, estos tubérculos repletos de fibra pueden mejorar la salud cardiovascular al reducir los niveles de LDL o colesterol malo. Además, el alto contenido en antioxidantes de las chufas ayuda a combatir los radicales libres, disminuyendo en consecuencia el riesgo de inflamación crónica y ciertos tipos de cáncer. Y si eso no es suficiente para convencerte de que empieces a comerlas ya, estos tubérculos con forma de nuez también favorecen la digestión y la salud intestinal.

Lo que nos lleva a la siguiente pregunta, ¿cómo debes comerlas?

El superalimento rico en antioxidantes se puede consumir de varias maneras. Puedes comerlas crudas, tostadas, remojadas o hervidas.

«Las chufas se presentan de muchas formas, harinas, ordeñadas, añadidas a otros alimentos como granola o mezclas de chufas. A mí me gusta añadir una ración de chufas a mi yogur matutino con media ración de fruta», dice Feller.

También se puede optar por la harina de chufa, el aceite de chufa o la leche de chufa, un estupendo sustituto de los lácteos para los intolerantes a la lactosa.

También hay decenas de deliciosas ideas de recetas disponibles en Internet para aquellos que quieran incorporar este ingrediente a su dieta diaria. Desde el pan de chufa y coco y la ensalada de zanahoria y chufa para el desayuno hasta la horchata de chufa, las galletas de harina de chufa con trocitos de chocolate y los brownies de chufa (¡mi favorito personal!).

Dado que «son tan ricos en fibra, una onza contiene unos diez gramos de fibra», señala Feller. Por eso es importante tener en cuenta que «las personas con sensibilidad gastrointestinal pueden no tolerar grandes cantidades de chufas», añade la experta en nutrición.

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