Dos hechos: Todos tenemos secretos, y la mayoría de nosotros hemos tenido alguna herida ligada a nuestro niño interior. Tal vez nuestro vulnerable y sensible niño interior necesita ser sanado. Ya sea que nuestra herida haya sido causada por un amigo de la infancia que se aleja, por abuso físico o psicológico, o por una familia rota, el dolor resultante vivirá con nosotros por el resto de nuestras vidas; y es posible que se nos recuerde el dolor de manera inesperada.
Si hacemos un trabajo con el niño interior conectando con el niño o la niña que llevamos dentro, podemos reconectar con algunas de las razones de nuestros miedos, fobias. y patrones de vida de adultos. Cuando empezamos a comprenderlos, entonces puede producirse la magia, la curación y la transformación.
Al reflexionar sobre cómo se hiere al niño interior, la autora Alice Miller sugirió que los filósofos alemanes creían en la necesidad de erradicar la exuberancia de los niños para que los adultos pudieran controlarlos. En mi propia familia europea, la filosofía era definitivamente que los niños debían ser vistos y no escuchados, y sólo me di cuenta en mi edad adulta de lo hiriente que era esto.
Cuando di los últimos toques a mi libro, Writing for Bliss, decidí incluir una sección sobre la curación del niño interior. No estaba en mi borrador original, pero me di cuenta de que muchos amigos y colegas preguntaban por ella, recordándome lo sanador y transformador que sería escribir sobre el niño herido y acceder a él.
Por esa misma época, acababa de leer el libro de Thich Nhat Hanh, Reconciliación, en el que el sabio budista decía que dentro de cada uno de nosotros hay un niño pequeño que sufre y que, para protegernos del sufrimiento futuro, todos intentamos olvidar el dolor. La mayoría de las veces, cuando sentimos el dolor desde lo más profundo de nuestro ser, es nuestro niño interior herido el que nos llama. Olvidar el dolor resulta en más dolor.
Escribir sobre este dolor puede ser una forma de sanar nuestro niño interior y ayudar a sanar cualquier emoción negativa que podamos estar reteniendo. Las investigaciones han demostrado que el cuerpo guarda tanto el dolor emocional como el físico, y aunque intentemos ignorar ese dolor y seguir adelante con nuestras vidas, lo más probable es que siempre esté ahí. También puede surgir en los momentos más inverosímiles, o durante la meditación o la escritura.
A menudo, el equipaje que llevamos de nuestra infancia puede ser muy difícil de sacudir, especialmente cuando hemos estado expuestos a un trauma profundo. En mis clases de escritura, les digo a los participantes que es difícil caminar por una habitación oscura todo el tiempo y que es mucho más fácil cuando entra luz.
Thich Nhat Hanh sugiere inspirar y decir: «Vuelvo a mi niño interior», y espirar y decir: «Cuido de mi niño interior». Puedes cuidar de tu niño interior escribiendo algún diálogo desde el punto de vista de tu niño interior. Esto da voz a tu dolor. A veces eso es todo lo que necesita el dolor. Otras veces, puede ser necesario abordarlo mediante un trabajo psicológico más profundo. Reconocer al niño interior significa tratarlo con respeto y amor. Puede hacerlo diciendo: «Te quiero», «Te escucho», «Siento que te sientas así» y «Gracias por ser tú»
En su artículo «Essential Secrets of Psychotherapy: El niño interior», Stephen Diamond (2008) aboga por reconocer a nuestro niño interior y tomarlo en serio. Escuchar al niño interior y comunicarse con él, ya sea por escrito o durante la psicoterapia, también es crucial para que se produzca la transformación.
Si, por ejemplo, estás pensando en escribir una carta, dile a tu niño interior que lo reconoces y que tu intención es hacer todo lo que esté en tu mano para curar sus heridas. Algunas personas dicen que después de haber escrito unas cuantas cartas a su niño interior, descubren que éste les responde. A veces pueden surgir muchas respuestas. En las cartas o en la comunicación verbal, es importante preguntar al niño interior lo que siente y lo que necesita en este momento. Al mantener un diálogo, la curación y la transformación pueden producirse con mayor eficacia.
Sólo amando y sanando a nuestro niño interior podemos empezar a amarnos a nosotros mismos y luego, en consecuencia, a los demás. También es una forma de empoderarnos y centrarnos en la atención plena y en el presente… y no en el pasado.
Cómo conectar con tu niño interior:
- Formula un diálogo.
- Escribe una carta para él o ella.
- Diga cosas enriquecedoras (te quiero, te escucho, gracias, lo siento).
- Mire fotos de usted cuando era niño.
- Piense y escriba sobre lo que le gustaba hacer cuando era joven.
- Entre en meditación y visualización creativa.
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