Por Jyothirmai Gubili, MS, K. Simon Yeung, Pharm D, LAc, y Cody Landis, BSN, RN, PCCN, LMT
Los hongos han sido valorados por sus efectos medicinales y de promoción de la salud durante miles de años. La investigación en las últimas décadas se ha centrado en el maitake (Grifola frondosa), el reishi (Ganoderma lucidum), el coriolus (Coriolus versicolor), el shiitake (Lentinula edodes) y el agaricus (Agaricus blazei), que se utilizan principalmente en Asia.
Los compuestos bioactivos derivados de estos hongos incluyen polisacáridos conocidos como glucanos, así como complejos polisacárido-proteína, algunos de los cuales se han desarrollado como tratamientos contra el cáncer. Provocan efectos antitumorales, inmunomoduladores, antioxidantes, antivirales, antibacterianos, antihipercolesterolémicos, antidiabéticos y hepatoprotectores.
Las formas de administración de suplementos incluyen comprimidos, cápsulas, tés y extractos líquidos procedentes de cuerpos fructíferos y extractos de micelio tanto naturales como cultivados artificialmente; también se utilizan esporas y sus extractos, pero con menor frecuencia. Los pacientes los utilizan para mejorar la función inmunitaria, como tratamiento contra el cáncer y para prevenir las recidivas.
Beneficios y riesgos de los hongos medicinales
En general, se considera que el consumo de hongos es seguro y los resultados preliminares de sus efectos biológicos son prometedores. Entre ellos se encuentran la inmunomodulación, la mejora de la supervivencia y la calidad de vida en pacientes con cáncer y la mitigación de los efectos adversos asociados a la quimioterapia.
Sin embargo, se han notificado varios casos de dermatitis tras el consumo de shiitake. La ingestión de agaricus, así como de reishi en polvo, causó hepatotoxicidad, y su consumo a largo plazo provocó diarrea crónica.
Más importante aún, para los pacientes que están en tratamiento y para los que están en terapias de mantenimiento, la ingesta simultánea de hongos medicinales puede ser perjudicial. Por ejemplo, debido a su actividad inmunoestimuladora, las setas pueden reducir la eficacia de los fármacos inmunosupresores. Sus propiedades anticoagulantes y antiagregantes plaquetarias potencian la actividad de los fármacos que tienen acciones similares, lo que aumenta el riesgo de hemorragias. Además, se notificaron toxicidades hematológicas y gastrointestinales de bajo grado en pacientes con cáncer colorrectal tras el uso concomitante de extractos de coriolus con agentes quimioterapéuticos.
Además, se demostró que el reishi interfiere con las enzimas del citocromo p450 y puede afectar a los niveles de los fármacos sustratos metabolizados por estas enzimas. Del mismo modo, debido a su actividad hipoglucemiante, el maitake puede aumentar la eficacia de los fármacos hipoglucemiantes que pueden ser motivo de preocupación en los pacientes con diabetes.
Lo que las enfermeras de oncología deben saber
El número de pacientes que utilizan formas dietéticas y suplementarias de hongos medicinales para combatir el cáncer está aumentando. Los datos disponibles de estudios preclínicos y pequeños estudios clínicos indican efectos anticancerígenos e inmunomoduladores. Pero se necesitan ensayos aleatorios bien diseñados para determinar la verdadera eficacia de los hongos, así como estudios para evaluar la seguridad de su uso a largo plazo. La preocupación por la calidad también es un problema, ya que los ingredientes activos en las formas de suplemento pueden variar entre los fabricantes debido a la falta de normas estrictas para la producción, lo que repercute en su eficacia.
Las enfermeras están en una posición única para garantizar el máximo intercambio de conocimientos entre los pacientes y los proveedores. Muchos pacientes son reticentes a divulgar su uso de suplementos y otros métodos alternativos para combatir el cáncer o controlar los síntomas. Mediante el desarrollo de relaciones de trabajo respetuosas con los pacientes, las enfermeras de todos los ámbitos pueden ayudar a los pacientes a comprender la necesidad de revelar toda su estrategia de cuidados. Esto sirve tanto para identificar los síntomas poco controlados como para garantizar que lo que el paciente está tomando no interactúa con sus medicamentos prescritos o con el régimen de tratamiento en detrimento del paciente. Trabajar como un equipo de colaboración con los pacientes, los farmacéuticos y los proveedores puede ayudar a garantizar los mejores resultados al tiempo que permite al paciente una autonomía informada sobre cómo puede abordar su enfermedad y sus síntomas.