¿Qué es un testículo no descendido?

Los testículos se forman en el interior del abdomen, y migran gradualmente hacia abajo. En las últimas semanas antes del nacimiento del niño, pasan a través de los músculos de la pared abdominal y la ingle hasta su posición normal en el escroto. Cualquier testículo que no se encuentre en el escroto es no descendido. Esta afección es bastante común, ya que se da en el 3 al 5 por ciento de los niños nacidos a término, con una incidencia mucho mayor en los niños prematuros. Sin embargo, la mayoría de los testículos no descendidos descienden a una posición normal en los primeros tres a seis meses de vida. Aproximadamente entre el 0,8% y el 1% de los niños nacidos a término seguirán teniendo un testículo no descendido al año de edad, lo que requerirá tratamiento. Puede haber varias razones por las que un testículo no está en el escroto:

  • Puede que el testículo no se haya formado nunca para empezar.
  • El testículo puede haberse encogido antes del nacimiento debido a una torsión u obstrucción de sus vasos sanguíneos.

  • El testículo puede no haber descendido correctamente pero permanece dentro de la cavidad abdominal.

  • En las condiciones anteriores, el testículo no se encontrará en un examen físico, lo que se conoce como testículo impalpable. El testículo puede haber descendido de forma incompleta y puede estar en la ingle o entre los músculos abdominales (canal inguinal), justo por encima del escroto.

    Diagnóstico

    Los testículos no descendidos suelen diagnosticarse mediante la exploración física. La evaluación inicial se realiza durante el período neonatal, seguida de un examen periódico durante las visitas de control del niño. Se recomienda el tratamiento si el testículo se encuentra en la ingle y no puede bajar al escroto (testículo no descendido) o si no se encuentra ni en el escroto ni en la ingle (testículo impalpable) a la edad de seis meses a un año.

    Aunque el testículo impalpable puede identificarse ocasionalmente en pruebas radiológicas como una ecografía, un TAC o una resonancia magnética, ninguna de estas pruebas es lo suficientemente concluyente como para recomendarse de forma rutinaria en estas situaciones.

    Los testículos necesitan un entorno ligeramente más frío que la temperatura corporal normal para un funcionamiento óptimo y especialmente para la producción de esperma. Por lo tanto, si ambos testículos quedan sin descender, puede haber riesgo de infertilidad. La ubicación fuera del escroto puede exponer al testículo a un mayor riesgo de lesión. Los testículos no descendidos también están asociados a las hernias. Además, los testículos no descendidos tienen un mayor riesgo de desarrollar cáncer testicular en la edad adulta. El cáncer de testículo, si se identifica y se trata a tiempo, tiene un alto índice de curación. La identificación temprana sólo es posible si el testículo se encuentra en el escroto; por lo tanto, ésta es una razón importante para tratar los testículos no descendidos.

    Tratamiento

    Las pruebas recientes sugieren que la mayoría de los descensos espontáneos se producen a los seis meses de edad. Se ha observado que el daño a las células germinales, que dan lugar a los espermatozoides más adelante en la vida, se produce a partir de los 12 a 18 meses. Por estos motivos, se recomienda el tratamiento alrededor de los 9 a 12 meses de edad. Existen dos vías principales de tratamiento: las inyecciones hormonales y la cirugía. Se ha utilizado la gonadotrofina coriónica humana (HCG), pero las tasas de éxito comunicadas son bajas e imprevisibles. El tratamiento quirúrgico, u orquiopexia, suele realizarse de forma ambulatoria a través de una pequeña incisión en la ingle. Cualquier hernia asociada puede corregirse al mismo tiempo, y el testículo se coloca en una bolsa creada bajo la piel escrotal.

    Con un testículo impalpable, se realiza un examen laparoscópico a través de una incisión en el ombligo para identificar la presencia y la ubicación del testículo. Si sólo se identifica un remanente, se puede extirpar. Por otra parte, si el testículo tiene un buen tamaño, puede bajarse al escroto tras la disección laparoscópica de los vasos sanguíneos para obtener una longitud adecuada. En ocasiones, esto puede requerir una operación en dos fases si no se obtiene inicialmente una longitud suficiente. El tratamiento quirúrgico suele ser un procedimiento ambulatorio (laparoscópico o abierto). Todas las incisiones se cierran con suturas absorbibles. El niño puede necesitar analgésicos recetados durante aproximadamente 48 horas. Los niños mayores necesitarán una semana sin ir al colegio y un total de tres a cuatro semanas sin realizar actividades en el patio de recreo y a horcajadas.

    Si se trata a tiempo, hay muchas posibilidades de que el testículo afectado se desarrolle con normalidad. En algunos casos, el testículo es anormal para empezar y su crecimiento puede verse afectado. Sin embargo, si el otro testículo es normal, la fertilidad puede no ser un problema. El testículo no descendido necesita un seguimiento a largo plazo, y a estos niños se les debe enseñar la autoexploración testicular que debe realizarse mensualmente. Si el testículo está ausente o ha sido extirpado debido a un mal desarrollo, una opción es una prótesis testicular. Están hechas de silicona y están disponibles en diferentes tamaños. Para evitar múltiples operaciones para seguir aumentando el tamaño de la prótesis, se recomienda esperar hasta la pubertad para determinar el tamaño necesario para adaptarse al testículo restante. En algunos adolescentes afectados psicológicamente por la pérdida de un testículo, una prótesis testicular puede ayudar a mejorar su autoimagen.

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