Todos los tiburones son carnívoros, lo que significa que se alimentan de otros animales y no de vegetación. La mayoría de los tiburones sobreviven a base de carne viva, mientras que algunos pueden comer carroña, formada por los restos de peces y otros animales marinos que ya han muerto. Los tiburones suelen tener unos dientes enormes y afilados que están a punto de desgarrar la carne de sus desventuradas presas. En el caso de algunos tiburones agresivos y grandes, esto puede ser cierto. Sin embargo, los tiburones y sus dientes están diseñados para dietas variadas. El tiburón ballena, por ejemplo, se alimenta de plancton y pequeños peces óseos. Por esta razón, sus dientes están poco desarrollados y la captura de dichas presas se realiza a través de tamices en su boca.
En general, los tiburones comen peces, otros tiburones, calamares, moluscos, crustáceos, tortugas, delfines, marsopas, rayas y focas, entre otros animales. El ingrediente clave de sus presas tiene que ser la grasa, ya que ésta les proporciona energía para viajar, cazar y mantener una temperatura corporal óptima.
Los tiburones tienden a ceñirse a un tipo de presa, y su técnica de caza y sus dientes suelen estar diseñados para adaptarse a este tipo de plan de alimentación. Así, los que se alimentan de calamares y peces tendrán dientes afilados y puntiagudos que agarrarán a las víctimas resbaladizas. Por otro lado, los que se alimentan de crustáceos y moluscos necesitarán dientes planos para crujir y triturar esos duros exoesqueletos. Los tiburones como el Gran Blanco están equipados con dientes dentados que permiten agarrar y desgarrar la carne, así como la capacidad de masticar el caparazón de una tortuga marina.