Cada año, más de 400 000 personas mueren de paludismo, una enfermedad tratable. Para una gestión rápida y eficaz de la enfermedad, son esenciales tanto el diagnóstico como el tratamiento precoz del paludismo. El mejor tratamiento disponible, sobre todo para el paludismo por P. falciparum, es la terapia combinada basada en la artemisinina (TCA).

El objetivo principal del tratamiento es garantizar la eliminación rápida y completa de los parásitos de Plasmodium del torrente sanguíneo del paciente para evitar que un caso de paludismo sin complicaciones evolucione hacia una enfermedad grave o la muerte. Desde el punto de vista de la salud pública, un tratamiento eficaz también reduce la transmisión de la infección a otras personas al disminuir el reservorio infeccioso y evitar la aparición y propagación de la resistencia a los medicamentos antipalúdicos.

Los pacientes con sospecha de paludismo deben tener una confirmación parasitológica del diagnóstico mediante microscopía o prueba de diagnóstico rápido (RDT) antes de iniciar el tratamiento antipalúdico. El tratamiento basado en motivos clínicos sólo debe administrarse si no se puede acceder inmediatamente a las pruebas de diagnóstico en las dos horas siguientes a la presentación de los pacientes para recibir tratamiento. Es necesario un tratamiento rápido -dentro de las 24 horas siguientes a la aparición de la fiebre- con un antipalúdico eficaz y seguro para lograr la curación y evitar complicaciones potencialmente mortales.

Se considera que el uso de la monoterapia oral basada en la artemisinina (oAMT) es un factor que contribuye al desarrollo y la propagación de la resistencia a las artemisininas. La OMS ha instado a los países donde el paludismo es endémico a que tomen medidas para detener la producción y comercialización de la oAMT, y a que promuevan el acceso a las TCA de calidad garantizada para el tratamiento del paludismo falciparum.

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