30 de marzo, 2009
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A lo largo de los años, he escuchado muchas presentaciones en las que se revisaban los pros y los contras del tratamiento del síndrome de enfermedad eutiroidea, también conocido como síndrome de enfermedad no tiroidea. La mayoría de estas conferencias fueron interesantes e intelectualmente estimulantes. Sin embargo, como clínico que se enfrenta a la decisión de tratar o no tratar, estas discusiones académicas son a veces menos que útiles.

En el número de diciembre de 2008 de Endocrine Practice, Alan P. Farwell, MD, escribe un comentario sobre por qué la terapia con hormonas tiroideas no está indicada en la mayoría de los pacientes con síndrome de enfermedad eutiroidea. Señala la limitada evidencia que sugiere un beneficio, pero también señala que no hay evidencia de que cause daño. Sugiere que se estudie más a fondo si la liotironina (T3) tiene algún beneficio en la insuficiencia cardíaca congestiva, así como el aumento de los órganos disponibles para la extracción de donantes con muerte cerebral. Concluye que, por lo demás, no hay pruebas claras de que la TH tiroidea sea beneficiosa en pacientes con síndrome de enfermedad eutiroidea.

En una encuesta informal y no científica a varios endocrinólogos que conozco, encontré que, por regla general, la mayoría no hace tratamiento, aunque algunos todavía lo hacen. Su posición parece depender de si creen que el síndrome de enfermedad eutiroidea es un efecto fisiológico normal de la enfermedad grave o si representa una respuesta inadaptada que necesita terapia. Las limitaciones de espacio me impiden entrar en detalle revisando los méritos y las limitaciones de cada punto de vista.

Sin embargo, tengo una advertencia. No importa de qué lado de la cuestión esté usted: sea cauteloso. Incluso si las anormalidades leves de laboratorio pueden no necesitar ser tratadas, sea consciente de que otros diagnósticos son posibles. Una vez vi a una mujer que fue hospitalizada con insuficiencia cardíaca congestiva. Su nivel de hormona estimulante de la tiroides estaba totalmente suprimido, pero se dio por sentado que estaba enferma de eutiroidismo. Sólo cuando desarrolló una fibrilación auricular se ordenaron estudios adicionales. Su T3 libre estaba elevada, y la tiroxina libre era alta y normal. Tenía hipertiroidismo, no síndrome de enfermedad eutiroidea.

Más difíciles son los pacientes con hipopituitarismo no diagnosticado. Sus estudios tiroideos pueden ser difíciles de distinguir de alguien con síndrome de enfermedad eutiroidea. He visto varios casos de panhipopituitarismo en los que la única pista eran estudios tiroideos ligeramente anormales. Al principio, el diagnóstico se pasó por alto. Sólo cuando un clínico astuto evaluó más a fondo, se reconoció el hipopituitarismo. El paciente no sólo tenía hipotiroidismo central sino también hipoadrenalismo central y otras deficiencias hormonales.

Espero sus comentarios.

Farwell AP. Endocr Pract. 2008;14:1180-1187.

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