En uno de los abarrotados hospitales públicos de la India, Thankappan*, un hombre de mediana edad, yace en estado vegetativo. Todo su cuerpo parece frágil y sus labios están descoloridos. La mujer y las dos hijas de Thankappan velan en el hospital por el único sustento de la familia.
Las campañas antitabaco nunca han penetrado en las zonas más pobres y rurales de la India.
La esposa de Thankappan me contó que su marido era fumador empedernido, y que durante los últimos 25 años su pasatiempo favorito era fumar «bidi», un cigarrillo liado a mano con tabaco metido en hojas de tendu y atado con un hilo. Se sospecha que esta fue la razón de su ataque al corazón.
En medio de la tristeza, con lágrimas rodando por sus mejillas, su esposa dijo:
Mi marido solía fumar tres paquetes de bidi al día. Podía sobrevivir sin comida pero no sin la dosis regular de tabaco… era un hábito desde su infancia y no podía dejarlo. Su movimiento intestinal y su estado de ánimo diario dependían del tabaco. Si no había bidi, se enfadaba con todo el mundo. Es el sostén de nuestra familia. Ahora el coste médico es insoportable, y tengo que asumir una enorme deuda.
Las campañas antitabaco nunca han penetrado en las zonas más pobres y rurales de la India. Si Thankappan hubiera hecho caso a la Organización Mundial de la Salud, con su «Día Mundial sin Tabaco» y centrado en 2018 en «el tabaco y las enfermedades del corazón», podría haber dejado de fumar y seguir siendo un apoyo para su familia.
Se calcula que más de 73 millones de personas fuman bidis en la India, de los cuales 600.000 sucumben a la muerte relacionada con el tabaco cada año, lo que convierte a los bidis en la primera causa de muerte entre los productos del tabaco. El coste atribuido a las enfermedades relacionadas con el tabaco en la India se cita con frecuencia en cifras asombrosas: un estudio del Ministerio de Salud y Bienestar Familiar afirmaba que el «coste total directo e indirecto de las enfermedades atribuibles al consumo de tabaco» superaba los 15.000 millones de dólares en 2011, siendo la gran mayoría «costes indirectos de mortalidad». Pero mientras que al mismo tiempo el gobierno obtuvo en ingresos el 17% del coste de la venta de productos de tabaco, el mercado informal de bidis a menudo escapa a los impuestos.
La OMS estima que en India se venden ocho veces más bidis que cigarrillos. Mientras que a los cigarrillos se les aplican impuestos más altos y regulaciones más estrictas, parece que se avanza poco en la aplicación de las mismas leyes a los bidis. Esto se debe, en parte, a que el gobierno se enfrenta a una gran oposición cada vez que aumenta los impuestos sobre los bidis. Dicha oposición advierte que millones de mujeres trabajan en la industria de los bidis, que requiere mucha mano de obra, y que muchas perderán su empleo si las ventas disminuyen.
Para empeorar las cosas, los impuestos más altos para los cigarrillos hacen que los fumadores se dirijan hacia los bidis, porque están infravalorados y son más baratos. Las advertencias pictóricas no son tan gráficas o evidentes como las de los cigarrillos, lo que lleva a algunas personas a creer que fumar bidis es en realidad la alternativa más segura.
Pero, según los investigadores de la salud, fumar bidis hace que las personas sean incluso más propensas al cáncer de pulmón que fumar cigarrillos. Los bidis contienen más sustancias químicas peligrosas y nicotina que los cigarrillos, y requieren caladas más profundas y frecuentes para mantenerse encendidos.
Los estudios ya han dejado claro que la imposición de impuestos es la forma más eficaz de reducir el consumo de tabaco, y no hay razón para creer que esto sería diferente para los bidis. Un análisis económico realizado por los defensores de la lucha contra el tabaquismo en 2010 sugirió que el aumento de los impuestos sobre los bidis a 98 rupias por cada 1.000 cigarrillos añadiría aproximadamente 550 millones de dólares a los ingresos fiscales, y evitaría que 15,5 millones de fumadores actuales y futuros murieran prematuramente.
En la actualidad, la mayoría de las empresas de bidis no están reguladas, y un aumento de los impuestos podría no tener el impacto que se esperaba. La mayoría de las mujeres implicadas en la industria del bidi trabajan desde casa, a menudo ayudadas por sus hijos, y, según un documento de investigación, son ellas mismas propensas a sufrir problemas de salud, como los musculoesqueléticos, respiratorios, oculares y cutáneos.
El reto para el gobierno no es tanto la escasez de regulaciones como el hecho de enfrentarse a la oposición al cambio. Sin embargo, es necesario dar un paso radical para hacer frente a esta costosa lacra en la India.