El año pasado fui de vacaciones con un amigo no médico a la isla caribeña de Tobago. La primera mañana encontramos una de esas idílicas playas desiertas, exactamente como se describía en el folleto: arena blanca, palmeras ondulantes, mar turquesa. Mientras buscaba conchas exóticas y fragmentos de coral, vi unos frutos verdes entre los cocos y mangos esparcidos por la playa. Eran redondos, del tamaño de una mandarina, y al parecer habían caído de un gran árbol de tronco plateado y hojas de base oblicua.
Me precipité a dar un mordisco a esta fruta y la encontré agradablemente dulce. Mi amigo también participó (por sugerencia mía). Momentos después, notamos una extraña sensación de pimienta en la boca, que progresó gradualmente hasta convertirse en una sensación de ardor, desgarro y opresión en la garganta. Los síntomas empeoraron en un par de horas hasta que apenas pudimos tragar alimentos sólidos debido al dolor insoportable y a la sensación de un enorme bulto faríngeo que nos obstruía. Lamentablemente, el dolor se agravaba con la mayoría de las bebidas alcohólicas, aunque se apaciguaba ligeramente con la piña colada, pero más con la leche sola.
Durante las siguientes ocho horas nuestros síntomas orales comenzaron a remitir lentamente, pero nuestros ganglios linfáticos cervicales se volvieron muy sensibles y fácilmente palpables. El relato de nuestra experiencia a los lugareños suscitó un franco horror e incredulidad, tal era la reputación venenosa de la fruta.
Al revisar la literatura está claro que habíamos probado el fruto de la planta manchineel, comúnmente conocida como «manzana de la playa», Hippomane mancinella de la familia euphorbiaceae.1 Se da a lo largo de las playas costeras de las Indias Occidentales y América Central, donde sus densos matorrales se cultivan a menudo para proporcionar una barrera contra el viento.
El árbol de manchineel puede causar graves problemas médicos. La savia lechosa provoca ampollas, quemaduras e inflamación cuando entra en contacto con la piel, las membranas mucosas y las conjuntivas.2,3 El humo de la madera quemada puede dañar los ojos. La dermatitis de contacto provocada por esta especie es comúnmente observada en las costas del Caribe y Centroamérica. Diversos estudios sobre los principios activos del árbol de la manchinilla han demostrado que los ésteres de tigliane phorbol son la causa probable de las reacciones graves.4
En nuestro caso, la ingestión de una pequeña cantidad de zumo de la fruta había provocado claramente una ulceración oral y esofágica y un edema grave. El drenaje de la toxina a los ganglios linfáticos regionales presumiblemente había causado el posterior dolor cervical.
Nuestra experiencia nos pareció aterradora, y con la creciente disponibilidad de paquetes de vacaciones en el Caribe creemos que se debería llamar la atención sobre el peligro potencialmente grave de esta fruta. Tal vez pocos adultos (especialmente uno con formación médica) serían lo suficientemente insensatos como para intentar comer una fruta desconocida que se encuentra en una playa extranjera, pero los niños serían muy propensos a hacerlo, especialmente cuando encuentran que huele y sabe dulce, parecida a una ciruela madura.