Ángeles

El término ángel, que deriva de la palabra griega angelos, es el equivalente de la palabra hebrea mal’akh, que significa «mensajero». El significado literal de la palabra ángel apunta, por tanto, más a la función o estatus de estos seres en una jerarquía cósmica que a las connotaciones de esencia o naturaleza, que han sido prominentes en la piedad popular, especialmente en las religiones occidentales. Así, los ángeles tienen su importancia principalmente en lo que hacen más que en lo que son. Cualquier esencia o naturaleza inherente que posean es en términos de su relación con su fuente (Dios, o el ser último). Sin embargo, debido a la iconografía occidental (el sistema de símbolos de imágenes) de los ángeles, se les ha concedido identidades esenciales que a menudo superan sus relaciones funcionales con lo sagrado o santo y sus relaciones performativas con el mundo profano. En otras palabras, la piedad popular, que se alimenta de las representaciones gráficas y simbólicas de los ángeles, ha postulado hasta cierto punto el estatus semidivino o incluso divino de las figuras angélicas. Aunque tales ocurrencias no suelen ser sancionadas doctrinal o teológicamente, algunas figuras angélicas, como Mitra (un dios persa que en el zoroastrismo se convirtió en mediador angélico entre el cielo y la tierra y juez y preservador del mundo creado), han alcanzado un estatus semidivino o divino con sus propios cultos.

En el zoroastrismo existía la creencia en los amesha spentas, los inmortales santos o pródigos, que eran aspectos o entidades funcionales de Ahura Mazdā, el Señor Sabio. Uno de los amesha spentas, Vohu Manah (Mente Buena), reveló al profeta iraní Zaratustra (Zoroastro; fallecido hacia 551 a.C.) el verdadero Dios, su naturaleza y una especie de pacto ético, que los humanos pueden aceptar y obedecer o rechazar y desobedecer. De manera similar, unos 1.200 años después, el arcángel Gabriel reveló al profeta Mahoma (siglos V-VI d.C.) el Corán (el libro sagrado del Islam) y el verdadero Dios (Alá), su unicidad y los requisitos éticos y cultuales del Islam. Los epítetos utilizados para describir a Gabriel, el mensajero de Dios – «el espíritu de santidad» y «el espíritu fiel»- son similares a los aplicados a los amesha spentas del zoroastrismo y al Espíritu Santo, la tercera persona de la Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo), en el cristianismo. En estas religiones monoteístas (aunque el zoroastrismo se convirtió más tarde en dualista), así como en el judaísmo, las características funcionales de los ángeles están más claramente enunciadas que sus características ontológicas (o la naturaleza del ser), excepto en los muchos casos en que la piedad popular y la leyenda han pasado por alto los aspectos funcionales.

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Varias religiones, incluyendo las de culturas no alfabetizadas, tienen creencias en seres intermediarios entre los reinos sagrados y profanos, pero la creencia está más elaborada en las religiones de Occidente.

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